Este ha sido un año difícil. Mucho se ha hablado y escrito sobre una crisis internacional sin precedentes y de las debilidades que ésta ha dejado al descubierto, también en Andalucía. Entre ellas, la vulnerabilidad del mercado laboral, las restricciones para acceder al crédito.

El cambio de ciclo también ha servido para sacar a la luz fortalezas y comenzar a desarrollar medidas encaminadas a la instauración de un nuevo patrón de crecimiento más justo y solidario. En el plano internacional, las embestidas de los mercados contra la deuda soberana han provocado que se tomen algunas decisiones importantes en Europa. En paralelo, los estados miembros se han comprometido a mantener el objetivo final del 3% del PIB del déficit público en 2013.

Andalucía se ha unido a ese esfuerzo de consolidación fiscal porque lo cree necesario para garantizar la estabilidad de España y para recuperar la confianza de unos mercados que se han manifestado insaciables. Hemos puesto en marcha políticas para reducir el déficit público, dentro del grupo de las regiones que cumplen firmemente sus deberes.
Pero, además, hemos de ser capaces de afianzar y desarrollar la competitividad de nuestra economía. Para lograrlo, tenemos que apostar por un nuevo sistema productivo innovador y basado en el conocimiento, al tiempo que mantener las prestaciones sociales que caracterizan a la Andalucía de hoy. Servicios vinculados de forma indisoluble a la órbita de lo público, soporte de las clases medias.

Somos una región capacitada y contamos con datos alentadores que invitan a la confianza, consecuencia de las múltiples iniciativas que el Gobierno andaluz ha implantado para combatir la coyuntura económica adversa. Así el PIB regional ha pasado de presentar crecimiento negativo a positivo en la mayor parte del año y las exportaciones han aumentado dos puntos por encima de la media nacional. A ello hay que sumar la creación, en términos netos, de 7.624 socieda-des hasta octubre, o el primer auge intenso registrado en tres años del número de transacciones inmobiliarias.

Vamos en la buena senda y estoy convencido de que los sacrificios y las renuncias de hoy no serán en vano. En ellos está parte de la salida de la crisis, que nos hará una sociedad más fuerte frente a los imprevistos del futuro. La innovación, la educación, la sostenibilidad, el espíritu emprendedor, la internacionalización de nuestras empresas, la eficacia administrativa y el diálogo social permanente, serán los fundamentos del nuevo modelo productivo para Andalucía.

Es momento de que todos trabajemos codo con codo para demostrar que no tienen razón quienes se empeñan en asegurar de que nada de lo que hagamos podrá salvarnos de la catástrofe. Si mantenemos como objetivo primordial la generación de riqueza y la creación de empleo, Andalucía saldrá de la crisis con un modelo económico fortalecido que nos permitirá iniciar una nueva senda de crecimiento sostenido. En el trayecto, conviene no perder de vista que, como decía Jorge Luis Borges: “Nadie es patria, todos los somos”. O dicho de otro modo, el esfuerzo ha de ser colectivo, lo que implica una sociedad participativa y una clase política que ha de restablecer su prestigio.
Clave sería también que la coyuntura actual sirviera para acelerar cuestiones pendientes como la coordinación de una política económica común en el seno de la Unión Europea, necesaria para que los gobiernos seamos agentes activos del cambio.

Debemos extraer lecciones de lo acontecido y caminar hacia una gobernanza multinivel entre lo regional-local y lo global, que impida que vuelvan a repetirse acumulaciones escandalosas de capital en manos de unos pocos y su uso especulativo sin ningún tipo de escrúpulos o de responsabilidad social.

Comparto con Eugenio Trias que “las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra”. En la que llega, los andaluces seremos más fuertes.