Desde el Gobierno andaluz se tiende a explicar nuestra brutal tasa de desempleo como un daño frontal de la crisis económica, cuando no como una “huella del pasado”, según el señor Griñán. Pero es echar balones fuera: en los 30 años de socialismo, el paro siempre ha sido una “huella” del día a día, hasta convertirse en una endemia, poco menos que consustancial a la economía andaluza.

Ni tan siquiera en los tiempos de bonanza (fondos europeos o presupuestos autonómicos y del Estado expansivos) Andalucía logró el pleno empleo. Se rozó coincidiendo con los gobiernos del PP, cuando se crearon, por influjo de nuestras políticas nacionales, 900.000 empleos.

El paro no es un “tópico” consustancial a Andalucía sino la “huella” más persistente de las políticas socialistas, que no han logrado vigorizar nuestra economía para evitar el desempleo masivo en coyunturas regresivas. La andaluza es de las peores autonomías preparadas para afrontar los rigores de la crisis.
La actual ha hecho emerger la debilidad estructural de una autonomía que, en manos del PSOE, sólo se ha preocupado de su desarrollo político: hemos tenido dos estatutos, pero nuestra economía mantiene indicadores negativos más propios de la preautonomía, como el paro, la producción industrial o el sistema financiero.

La crisis debería ser una oportunidad para que los socialistas desistieran de aplicar sus recetas fracasadas y para cambiar una cultura dominada por la izquierda, que ha demonizado la figura empresarial, con resultados nefastos: el sueño de la mayoría de nuestros universitarios es un empleo público, no crear o emprender.

El señor Griñán ha elegido el camino fácil: recortes sociales, subida de impuestos y tijeretazo a la inversión productiva. Y lejos de optar por la austeridad, ha blindado el poder de su partido a través del mantenimiento de una costosa administración y su entramado de empresas públicas.

Una de las razones de la debilidad de Andalucía ante la crisis es no haber tenido alternancia política, lo que ha privado a nuestra tierra del beneficio de políticas reformistas que, además de preocuparse por el desarrollo “político” autonómico, centrara su atención en el desarrollo productivo y emprendedor.

Esa es la alternativa del Partido Popular: reformas estructurales -especialmente la educación-; austeridad; redimensión y profesionalización de la administración pública -cuyas empresas no pueden ejercer la competencia desleal con el sector privado-; inversiones productivas; una Ley de Autónomos -como la presentada por mi Partido- que responde a la realidad y demandas de un sector vital en Andalucía; y una fiscalidad que facilite a las empresas la creación empleo.
Además, son imprescindibles para nuestras pequeñas y medianas empresas medidas como las propuestas por Rajoy: que puedan compensar sus deudas tributarias con lo que, a su vez, les debe la Administración; no pagar el IVA hasta que se cobre la factura y su reducción hasta el 4% para determinadas actividades dentro del sector turístico; rebaja del impuesto de sociedades a todas las pymes, y una línea de crédito del ICO a las corporaciones locales para afrontar el pago a los proveedores.

Facilitar y educar en la cultura emprendedora es la herramienta más eficaz para luchar contra el paro. Debemos despertar a ese gigante dormido, la capacidad del andaluz para crear y emprender, si queremos salir de la crisis y hacerlo fortalecidos.