Más de 1.200 millones de personas viajan fuera de su país cada año, y muchísimas más lo hacen internamente. El turismo es hoy la tercera industria global, aporta el 10% al PIB mundial y genera uno de cada 10 empleos. Una industria que ha demostrado no solo resiliencia frente a las crisis económicas, sino capacidad de crecimiento.

En todo el mundo, el desarrollo turístico ha traído consigo desarrollo económico y social. Los espacios se han dotado de infraestructuras, las empresas en toda la cadena de valor han elevado sus niveles de competitividad, los recursos culturales y naturales se han convertido en atractivos turísticos y las sociedades se están haciendo más abiertas. Como bien dice el saliente Secretario General de la Organización Mundial del Turismo, este mundo es un lugar más pequeño y más prospero gracias al turismo.

En la mayoría de los casos, los modelos de desarrollo turístico imperantes han centrado el foco en el crecimiento del volumen de clientes e ingresos. Estos modelos en muchos casos han generado impactos no deseados sobre el medio natural, cultural y social. La mala gestión del turismo ha causado degradación ambiental, pérdidas de identidad cultural, procesos de gentrificación y saturación urbana que en los últimos tiempos están dando lugar a un cierto malestar social hacia la actividad turística.

El balance a fecha de hoy es francamente positivo especialmente para España, que ha superado la cota de los 80 millones de turistas extranjeros y multiplicado los ingresos. Pero es hora de gestionar la abundancia, de extraer del turismo todas sus virtudes no estrictamente económicas sin renunciar al crecimiento competitivo. Es hora de evolucionar el modelo actual de crecimiento hacia un nuevo modelo más sostenible y capaz de generar prosperidad para todos.

Porque el turismo es una industria estratégica para construir ese mundo mejor que todos deseamos y que plasma la Agenda 2030 de Naciones Unidas, articulada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Con las prioridades globales fijadas en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, el impulso a nuevos modelos productivos y de consumo responsables, la protección del medioambiente y el patrimonio cultural y la mejora de la calidad de vida de las personas, el turismo puede y debe erigirse como una herramienta clave para impulsar el desarrollo sostenible en los espacios donde se desarrolla.

Porque pocas industrias poseen la capacidad de llegada y de impacto del turismo. Una industria capaz de implantarse casi en cualquier territorio, incluso ahí donde otras actividades económicas no prosperan. Una industria que dinamiza las economías locales y diversifica el tejido empresarial de los destinos. Una industria inclusiva como pocas, intensiva en mano de obra, que genera empleo cualificado y no cualificado. Una industria que fomenta la emprendeduría y ofrece oportunidades a mujeres y jóvenes.

Es el momento de que todos, gobiernos y sector privado, asumamos los ODS como valores fundamentales de nuestro trabajo. Es el momento de implantar nuevas dinámicas de crecimiento más sostenibles y más inclusivas. Y es el momento de elevar el turismo al nivel de industria estratégica para que ese mundo mejor que la Agenda 2030 dibuja sea, por fin, una realidad.

 

Tono Franco

Partner de Globaldit (www.globaldit.com)

 

Artículo incluido en el número de febrero de la revista Agenda de la Empresa