Cuando finaliza un año siempre es positivo y enriquecedor echar la vista atrás y comprobar si los últimos 12 meses han resultado fructíferos o, por el contrario, un valioso tiempo perdido. En las empresas es la cuenta de resultados el indicador fiable de su actividad anual. Sin embargo, en política son muchos los factores que nos sirven para hacer un balance, analizar y valorar un ejercicio.

La reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía ha sido, sin duda, un asunto protagonista y el consenso alcanzado en torno al nuevo texto se ha convertido en la mejor noticia política del año. Ha sido un éxito muy destacable de Andalucía, que con no pocas dificultades, ha logrado el objetivo de tener un Estatuto de todos y para todos, sin complejos y plenamente constitucional.

El Partido Popular tiene en su haber el logro de dar la vuelta a un Estatuto que hace sólo unos meses salía del Parlamento andaluz como un proyecto fallido. Era un Estatuto marcadamente ideológico, que dejaba al margen a una gran parte de la sociedad andaluza. Era un proyecto acomplejado y lastrado por el mimetismo de la reforma del estatuto catalán. Era, además, un proyecto que no encajaba en la Constitución Española y que, por tanto, amenazaba con un recorrido de división, enfrentamiento e inseguridad jurídica.

El PP trabajó mucho y bien, en las instituciones y en la calle, para cambiar ese texto y lograr un Estatuto útil, de consenso, y sobre todo, plenamente constitucional. Tenemos la convicción de que en este objetivo nos apoyaba la inmensa mayoría de los andaluces y, prueba de ello, es que decenas de miles de personas nos acompañaron el 19 de febrero en una gran manifestación en Málaga reclamando una Andalucía de primera en la España constitucional.

El resultado de este trabajo es hoy un Estatuto que se ha transformado de manera sustancial en su adaptación constitucional, hasta el punto en que, en los asuntos de verdadero calado y contenido político, la práctica totalidad de los artículos son ahora diferentes. En el Partido Popular nos sentimos orgullosos de haber logrado un amplio consenso que ha evitado a los andaluces una batalla ficticia a torno a un problema autonómico inexistente.

No parece, sin embargo, que el mismo sentimiento de satisfacción sea compartido por Manuel Chaves, que a pesar de ser el impulsor de la reforma parecía más cómodo con la división y la confrontación en torno al Estatuto. La Andalucía oficial esconde el consenso y silencia el Estatuto, lo que nos debe dar la luz de alarma sobre el riesgo de una escasa participación de los andaluces en el referéndum de ratificación del texto, que en nada beneficiaría a nuestra comunidad.

La ocultación del acuerdo pudiera parecer un hecho anecdótico y, sin embargo, es muy revelador de lo que ocurre en Andalucía, donde permanentemente se abusa del poder y de las instituciones en beneficio del partido que gobierna. Intereses partidistas e intereses particulares que a lo largo del año nos han brindado un buen número de irregularidades y corruptelas que, incluso, han afectado al propio presidente de la Junta y a su familia.

Este año se recordará también por uno de los hechos más graves ocurridos en Andalucía en toda la etapa democrática, como es la disolución del ayuntamiento de Marbella tras años de saqueo permanente por parte de los sucesivos equipos de gobierno. El PP puede decir alto y claro, con dignidad y legítima satisfacción, que somos el único partido que ha permanecido siempre al margen de la corrupción generalizada y el único cuyos concejales no han acabado en prisión. Una realidad irrefutable que sin duda tendrá sus frutos en las próxima elecciones municipales, en las que marbellíes sabrán valorar quién ha defendido siempre sus intereses por encima de todo.

Por otro lado, este 2006 ha confirmado que la coincidencia de gobiernos socialistas nunca ha sido buena para Andalucía. El ejecutivo de Rodríguez Zapatero mantiene la marginación y el maltrato a Andalucía, más preocupado por sus alianzas con los partidos nacionalistas. Así, no se ha ofrecido una alternativa al grave problema del agua en nuestra tierra, las infraestructuras programadas por el gobierno del PP han retrasado diez años su ejecución, se han recortado los fondos que recibimos de la Unión Europea y Andalucía ocupa el puesto número 14 en inversiones del Estado.

Mientras, Chaves permanece callado y sumiso, no defiende los intereses andaluces ante el gobierno central ni ejerce sus funciones de presidente de un gobierno caótico y mediocre. En definitiva, ha desaprovechado otro año para hacer reformas que son necesarias para el crecimiento económico y el desarrollo de Andalucía.

El Partido Popular, sin embargo, ha dedicado mucho esfuerzo e ilusión a este ilusión y el trabajo realizado nos ha convertido en una alternativa real de gobierno en Andalucía. Hemos cruzado la frontera que separa a un partido de oposición de un partido que es referencia de un cambio político necesario. Nos hemos ocupado de los problema reales de los andaluces, con iniciativas e ideas nuevas, y también hemos mejorado nuestra estructura, con un importante crecimiento en nuestra militancia. Por eso, confiamos en el 2007 como el año que consolidará el cambio político que ya se ha iniciado en Andalucía.