Siempre se ha dicho que las encuestas son sólo eso, encuestas, nunca resultados. Pero lo ocurrido en las últimas elecciones de Andalucía ha originado un verdadero asombro popular: ninguna de las encuestas elaboradas acertó en sus predicciones, ninguna. Un fallo clamoroso que se debió, quizás, a la existencia de un “voto oculto”, denominado “voto de la vergüenza”, de personas que no desvelaron que pretendían apoyar al PSOE, y que finalmente se movilizaron y rompieron todos los vaticinios, evitando finalmente que se consumara la mayoría absoluta del Partido Popular.

Pero también puede haber otra explicación más contundente: poco rigor en el trabajo desempeñado en los sondeos. Es imposible creer que el llamado “voto de la vergüenza” haya sacado los colores a todas las encuestas realizadas. Como inverosímil también esa otra teoría que defiende que existió un gran espiral de silencio… que finalmente votó a favor de la izquierda. Lo cierto y verdad es que estas numerosas encuestas que daban por ganador desde hace semanas a Javier Arenas han hecho un flaco favor en su contra. Los psicólogos lo definen claramente como: exceso de confianza.

Esto sumado con un alto número de abstención de votos puede fácilmente aclarar por qué las encuestan no dieron una. Por cierto que, en México y Francia ya estudian prohibir realizar encuestas próximas a los comicios por aquello de no condicionar a los ciudadanos.

Ahora, habrá que esperar a más que posibles pactos políticos que establezcan gobierno en Andalucía. Y cuidado, porque como bien escuché decir hace poco… hay victorias que queman más que las derrotas.

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