Sin lugar a dudas, en los últimos años y por diferentes causas, nuestro país ha visto cómo el florecimiento del fenómeno de las startups ha tomado forma a través de una conexión de talento con inversión que ha potenciado el crecimiento de este ecosistema en un 20% y la inversión privada en el mismo en un 45%. En gran medida, gracias a la oportunidad y rentabilidad -aún con riesgos- que las startups ofrecen para los inversores de nuestro país, como a la atracción de inversión privada internacional que ha apostado por vehicular su capital hacía nuestras costas.

Es por ello, que el marco actual se muestra como propicio para que el talento innovador de componente tecnológico vinculado a esa nueva revolución 4.0 encuentre un desarrollo apto para el éxito. Pero, ¿cuáles son los ingredientes para que una startup logre ese objetivo? En este sentido, son varios los componentes de la receta, elementos como el equipo, el elemento disruptivo de la propuesta de valor ofrecida, la capacidad de conectar con inversores y financiadores del proyecto en sus diferentes fases, el trato preferente al cliente y la escalabilidad e internacionalización de las startups son las claves por las que una startup que quiera lograr el éxito debe de transitar su acción.

No por menos, en el proceso que va desde la nada al objetivo, las turbulencias y las incertidumbres que vive una startup determinan en gran medida que el equipo que configura la misma tenga que tener raíces profundas vinculadas a la conexión en intereses, visión de negocio y suma de capacidades al valor global de la empresa. Y todo ello, junto a la apuesta de un servicio o producto de alto valor disruptivo e innovador, capaz de aportar en el mercado una innovación que, en conexión con la revolución tecnológica que vivimos, tenga la tracción suficiente para hacerse con un hueco en un mercado cada vez más competitivo. Un entorno en el que la capacidad de escalar la startup se mostrará también fundamental para ir logrando que la facturación aumente al mismo nivel que nuestra capacidad de gestión y desarrollo evoluciona. Es aquí y en las diferentes fases de crecimiento en las cuales la entrada de capital privado externo se muestra como una vía adecuada, siempre que el pacto de socios quede claro en aspectos tales de entrada y salida en la empresa o los acuerdos de rentabilidad económica, elementos estos que a veces generan la distorsión y destrucción, en ocasiones, de startups con talento y capacidad de progreso.

En definitiva, hoy vivimos un tiempo de oportunidades en donde España se presenta como un escenario óptimo para potenciar la atracción de capital y talento que pueden hacer posible que nuestro país sea un referente en Europa en lo que a ecosistemas de startups se refieren. La clave será aprovechar el viento a favor por quienes hoy tienen esa visión para cambiar la realidad desde su casa, un garaje o cualquier incubadora de empresas o aula en la que hoy, a buen seguro, se encuentran talentos para este siglo XXI, para este tiempo de cambio.

 

Josu Gómez Barrutia

Consultor, emprendedor y mentor acreditado en AMCES Asociación Española de Mentoring

Artículo incluido en el número de mayo de la revista Agenda de la Empresa