Candidatura propuesta por Manuel Pérez Mateos, rector de la Universidad de Burgos

El biólogo sueco Svante Pääbo ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2018, según ha hecho público el jurado encargado de su concesión.

El jurado de este Premio -convocado por la Fundación Princesa de Asturias- estuvo presidido por Pedro Miguel Echenique Landiríbar e integrado por Arturo Álvarez-Buylla Roces, Juan Luis Arsuaga Ferreras, Juan Ignacio Cirac Sasturáin, Miguel Delibes de Castro, Cristina Garmendia Mendizábal, Álvaro Giménez Cañete, Clara Grima Ruiz, Marta Martínez Alonso, Amador Menéndez Velázquez, Sir Salvador Moncada, Ginés Morata Pérez, Enrique Moreno González, Teresa Rodrigo Anoro, Inés Rodríguez Hidalgo, María Vallet Regí y Santiago García Granda (secretario).

Pääbo (Estocolmo, 20 de abril de 1955) cursó estudios de Historia de la Ciencia, Egiptología, Ruso y Medicina en la Universidad de Uppsala y fue investigador del Departamento de Biología Celular, en el que se doctoró en 1986. Realizó estancias postdoctorales en el Instituto de Biología Celular II de la Universidad de Zúrich, en el Imperial Cancer Research Fund de Londres y en la Universidad de California en Berkeley. Entre 1990 y 1998 fue profesor de Biología en la Universidad de Múnich y, desde 1999, es profesor de Biología Molecular Evolutiva en la Universidad de Leipzig (Alemania). Desde 1997 también es director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig.

Considerado como uno de los fundadores de la paleogenética, ha dirigido el proyecto de secuenciación completa del genoma del neandertal, especie extinguida hace aproximadamente 30.000 años, cuyo borrador se publicó en el número de mayo de 2010 de la revista Science y cuyo resultado definitivo fue presentado y puesto a disposición de la comunidad científica internacional en marzo de 2013. Pääbo demostró en los ochenta que podía analizar el ADN de momias egipcias y siguió trabajando en establecer métodos rigurosos para rescatar secuencias de ADN antiguo, una labor complicada por la degradación y modificación por procesos químicos que pueden originar errores durante su replicación. Su metodología ha sido utilizada para el estudio de la filogenia y la genética de poblaciones de animales extinguidos, como los mamuts, los perezosos terrestres, los osos cavernarios y los moas.

En 1997 logró rescatar secuencias de ADN mitocondrial de muestras de un espécimen del tipo neandertal, lo que supuso la primera vez en la que se extrajeron datos genéticos moleculares de un fósil de hominino. En 2004, adaptó y aplicó técnicas de alto rendimiento de secuenciación del ADN a ADN antiguo, lo que abrió la posibilidad de analizar el genoma completo de organismos extinguidos.

Al año siguiente, lanzó el proyecto de secuenciación del genoma neandertal, cuyo borrador se presentó en 2010 y su versión definitiva en 2013. Mientras trabajaba en este proyecto descubrió, a través del estudio de unos restos procedentes de Siberia, un nuevo tipo de hominino desconocido hasta ese momento, al que se conoce como denisovano (por el nombre de la cueva donde se hallaron los restos), el primero extinguido y descrito exclusivamente a través de datos genéticos. Demostró que los denisovanos contribuyeron en un 5% al genoma de los actuales habitantes de Australia y otras zonas de Oceanía.

De su proyecto del genoma neandertal, para el que analizó, además de los siberianos, restos de los yacimientos de Vindija (Croacia) y El Sidrón (España), se descubrió que un 2% del genoma de los humanos modernos no africanos proceden del neandertal. La explicación para estos resultados es que el cruce entre ambas especies se pudo producir después de que los primeros humanos modernos salieran de África y se encontraran con los neandertales, probablemente en Oriente Próximo. El cruce entre las distintas especies de homo está reflejado en el legado genético que neandertales y denisovanos han dejado en los sapiens modernos. En el libro El hombre de Neandertal. En busca de genomas perdidos (2014), Pääbo relató, desde un punto de vista personal, la historia de la secuenciación de esa especie extinta.

Miembro, entre otras, de la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO), las academias Europaea, la Nacional de Ciencias de Estados Unidos y de la Royal Society (Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2011), Svante Pääbo ha recibido doctorados honorarios de varias universidades. Entre los reconocimientos que ha recibido destacan el Premio Louis Jeantet de Medicina (Suiza, 2005), el Kistler Prize (EE. UU., 2009), el Gruber Genetics Prize (EE. UU., 2013), el Breakthrough Prize in Life Sciences (EE. UU., 2015), el Keio Medical Science Prize (Japón, 2016), el Premio Dan David (Israel, 2017) y el Human Frontier Science Program Organization Nakasone Award (2018). También tiene la Medalla Theodor Bücher de la Federación Europea de Sociedades Bioquímicas y la Medalla de S. M. el Rey de Suecia.