El pasado 15 de mayo falleció Tom Wolfe, el icono del denominado “Nuevo Periodismo”, que nació en la década de los sesenta del siglo pasado y que “revolucionó” la manera de contar historias en algunas de las más prestigiosas revistas estadounidenses del momento, como Esquire o Rolling Stone.

Pura “literatura periodística” en tanto que se trataba de contar historias “crudas” (desde dentro de las mismas) con los mejores recursos estilísticos al alcance de los autores. Porque, no solo se trataba de Wolfe, sino de unos cuantos novelistas escritores de periódicos -o viceversa- que narraron desde el centro de la trama relatos memorables con la mayor precisión y el mayor realismo posible.

Tom Wolfe fue el más destacado por muchos motivos, esencialmente por ser el más exitoso y, a la vez, uno de los más atacados -nada nuevo en la historia de la humanidad- pero hay otros nombres como Gabriel García Márquez, a la cabeza de los hispano hablantes.

Pero atención, porque ha habido muchas “lecturas” al respecto tras la muerte del escritor: no se trataba de “fabular” de modo que la “historia” acabase siendo inventada respecto a los sucesos originales. El propio Wolf ya lo reclamó poniendo como ejemplo el realismo extraordinario del novelista Emile Zola, uno de los escritores modélicos del siglo XIX francés, junto con el inmenso Balzac y sus crónicas post imperio y Víctor Hugo y la vida en su París canónico.

Pues bien, hagamos un pequeño experimento: sustituyamos “nuevo periodismo” por “contenidos”, una de las palabras mágicas de la Comunicación actual. Pensemos en ordenarlos, organizarlos y presentarlos en torno al “propósito” de la empresa u organización. Cuidemos de que el “relato” general sea absolutamente realista y presentémoslo de forma sencilla y, muy en especial, transparente.

¿Por qué todo esto? Pues no solo por lo que supone y representa la ética y la honradez en la comunicación -más allá de una retórica “buenista” que puede llegar a resultar de dudosa credibilidad- sino porque es fundamental captar y mantener la atención de una audiencia absolutamente desintermediada más allá del estímulo urgente y la emoción impostada. Es decir, con fundamentos.

La reflexión tiene que ver la búsqueda de esa atención y que puede verse a los dos lados de la Comunicación, en lo que se refiere a los propios medios y en lo que se refiere a la comunicación corporativa bien entendida, es decir, con valores.

Y tiene que ver por la urgencia trepidante con la que vivimos en un día a día y que nos somete demasiadas veces a una comunicación superflua cuando no perfectamente prescindible y, en consecuencia, ineficaz. Basta fijarse en el fenómeno de las aplicaciones para escuchar podcast de radio y ver series de televisión al doble de su velocidad en una suerte de consumo compulsivo de contenidos inexplicable. Ahí está el ejemplo de Rightspeed, una aplicación cuyo mensaje de servicio en su página de descarga es elocuente: “entrena tu cerebro para escuchar podcast y audiolibros a mayor velocidad”.

Por ello, en esta cita de junio me gustaría incidir en la necesidad de cuidar todos los contenidos con el máximo cuidado más allá de las formas, las herramientas y los canales que utilizamos, porque se trata de crear valor desde la realidad y con la realidad, en una vía paralela a lo que era el “nuevo periodismo” tal y como lo entendía Wolfe. No me refiero, por supuesto, a dedicarnos a la “comunicación literaria”, sino al fenómeno de contar bien el propósito, repito, con veracidad y transparencia. Y si es con eficacia estilística, sea escrita o hablada, mucho mejor.

Luego, hubo otras vías de este “periodismo literario” siempre en las vías del realismo: como “mágico” de Gabriel García Márquez, el “cruento” de Truman Capote o el “cotidiano” de Gay Talese y muchos otros más que alumbraron en periódicos y revistas la crónica de los años sesenta, aquella década efervescente e inspiradora. Pero esto es otra historia…

Francisco J. Bocero | Periodista y consultor de comunicación estratégica (@PacoBocero)

Artículo incluido en el número de junio de la revista Agenda de la Empresa