Esta es la pregunta que nos ronda ya a todos. Estamos recordando los diez años de la caída de Lehman Brothers, como si fuera algo ocurrido hace más tiempo, disfrutando de la salida de la crisis -aunque como sabemos no ha llegado a todos por igual- y volvemos a escuchar a los economistas hablando de retroceso económico.

Parece como si nos hiciera ilusión llevar la contraria a la Sociedad. Frente a nosotros, el Gobierno, en boca de su ministra de Economía, la Sra. Calviño, no quiere ver la que se avecina. Y esto nos recuerda a lo que ya hizo en su día la ministra Salgado.

No quiero aseverar que lo que se viene encima es una nueva crisis como la reciente. Ni mucho menos. Pero que debemos estar alertas, sin duda. En los últimos años nos hemos acostumbrados a tasas de crecimiento del PIB por encima del 3%. Como si fuera algo normal. Y no lo es. Esas tasas son elevadas para economías desarrolladas. No son sostenibles. ¿De qué estamos hablando entonces? Desde Loyola Economic Outlook, que presentaremos nuestras previsiones de Otoño a mediados de octubre, estamos empezando a tener ya datos. Aún cerrando las previsiones, si puedo decir que todo apunta a una revisión de las tasas presentadas antes de verano. Si hablábamos de tasas de crecimiento del 2,9% para España y del 2,8% para Andalucía, a buen seguro estas cifras las tendremos que rebajar.

Algunos ya me han preguntado si esto es culpa del Gobierno que apenas lleva 100 días. Evidentemente no. No le ha dado tiempo. Pero si termina ejecutando algunas de las cosas que dice, desde luego, no aliviará el problema.

Pero vamos por partes. Los motivos que están provocando esta ralentización, común para el resto de Europa, se basan en los siguientes factores. El primero, es la guerra comercial iniciada por el presidente Trump y seguida por el Gobierno chino. Esta espiral está dañando el comercio global y las exportaciones e inversiones españolas. En segundo lugar, el frenazo de la Unión Europea en el primer semestre. Y esto afecta directamente también a nuestras exportaciones. En tercer lugar, las expectativas de un Brexit duro que podría costar a la UE entre un 0,8% y un 1,5% del PIB Europeo. En cuarto lugar, la espada de Damocles de la subida de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo. Su presidente, el Sr. Draghi, ya ha anunciado el cierre del grifo para la financiación de la deuda pública española. En quinto lugar, la pérdida de los turistas prestados que hemos tenido en los tres últimos años y que volverán a otros destinos por la recuperación de áreas del Mediterráneo como Egipto, Turquía o Grecia. En sexto lugar, el alza del petróleo. Esto va directo a la línea de flotación de la demanda interna. En séptimo lugar, el Gobierno débil que tenemos y que no puede sacar adelante un Presupuesto para 2019. La prórroga de Presupuestos es un escenario más que razonable. Y en medio de una ralentización económica, no es precisamente una variable que ayude. Y por último, también en el plano internacional, algunos de los países emergentes que ayudaron a recuperar el pulso económico a nivel mundial, se han desinflado. Países como Indonesia, Brasil, India o Argentina se están mostrando muy vulnerables y pueden provocar un efecto dominó.

En definitiva, estamos a las puertas de una caída del PIB que afectará directamente a la creación de empleo. Y como ya he comentado en esta misma columna alguna vez, este posible incremento del desempleo se va a producir cuando aún no hemos sigo capaces de llevar esas tasas a niveles de un solo dígito. Veo elecciones anticipadas a nivel regional y nacional.

 

Manuel Alejandro Cardenete | Catedrático de Economía

Vicerrector de Posgrado Universidad Loyola Andalucía

@macarflo

 

Artículo incluido en el número de octubre de la revista Agenda de la Empresa