El crecimiento mundial de salarios se ha estancado. En 2017 no solo fue menor que en 2016, sino que registró la tasa de crecimiento más baja desde 2008, situándose muy por detrás de los niveles alcanzados antes de la crisis financiera mundial.

Así lo desvela el Informe Mundial sobre Salarios de la OIT 2018/2019. Qué hay detrás de la brecha salarial de género, que señala que el crecimiento mundial de los salarios en términos reales, si no se incluye a China, cayó del 1,8% en 2016 al 1,1% en 2017. En el caso de los países del G20, el incremento fue de un 2,1& debido en gran parte al incremento en los países emergentes (4,3%) y no tanto de los avanzados (0,4%).

En el caso de Europa, los salarios no han incrementado en términos reales: la estimación es, de hecho, un 0 por ciento para el 2017 comparado con un 1,3% en el 2016. Eso se debe a un incremento realmente débil en países como Francia (0,1%) o Alemania (0,9%) junto con un crecimiento negativo en países como España (-1,8%), Reino Unido (-0,1%) o Italia (-1,2%). Estos últimos países, cuyo peso es considerable en el cómputo para Europa, has lastrado el crecimiento de los salarios en la región.

En el caso de España, los salarios ya venían de un crecimiento cercano al cero en el 2016, en un momento en el que en el resto de Europa alcanzaba el 1,3% positivo, fue además es uno de los países donde más se redujo durante los años de la crisis. En España a pesar del aumento del PIB real en un 3,2 en 2016 y un 3,1 en el 2017, la contención de la inflación cerca del 2% y la considerable disminución en el desempleo del 19,6% en 2016 al 15,6% en el 2018. El valor de los salarios en España en el 2017 equivalió al 96% del valor que estos tenían en el 2008, lo que supone una pérdida de poder adquisitivo para los trabajadores.

Dentro de los países del G20 hay una serie de ellos en los que los salarios se recuperaron y el poder adquisitivo es superior al de 2008 como es el caso de Alemania, Francia o Estados Unidos, en cambio otros como Reino Unido, España o Italia ha habido una pérdida de poder adquisitivo en los últimos dos años.

“Asimismo, observamos que se ha producido una brecha entre la productividad y los salarios en estos últimos años. En el caso de España se ha producido un aumento de productividad, sobre todo desde el año 2005, que no se ha visto reflejado en los salarios que en particular desde 2010 han seguido una senda completamente opuesta a la del crecimiento de productividad. Ello conlleva que haya habido una reducción del porcentaje del PIB correspondiente a la remuneración del trabajo”, señala el informe.

“Esto nos indica que en España hay margen para un incremento del salario mínimo real, ello además tendría un efecto positivo en el consumo interno y la inversión del país”, señala Rosalía Vázquez, una de las autoras principales del informe. “Según nuestras estimaciones, España tiene un coeficiente de Gini (en salarios) de un 28,5 -donde 0 implica igualdad total y 100 desigualdad total- colocándose marginalmente por encima de la media estimada para países de altos ingresos (esta es de un Gini de 26.1)”, añade Vázquez.

La brecha salarial de género persiste en un 20% a nivel mundial

En el caso de España, utilizando la brecha ponderada, el dato indica que las mujeres cobran (en
promedio, por hora trabajada) un 14% menos que los hombres. Esto supone un punto y medio por debajo que la brecha estimada para el conjunto de los países de altos ingresos (15,5%).

El informe también señala que “la parte «no explicada» de la brecha salarial de género suele predominar en casi todos los países, independientemente del grupo de ingresos al que pertenezcan, como es también el caso en España si observamos el índice de nivel educativo en cada uno de los deciles. Esta realidad ilustra el hecho de que las mujeres suelen obtener un rendimiento salarial menor de su educación que los hombres, aunque tengan la misma categoría ocupacional”.

“en el informe estimamos que en el caso de Europa -y en ello se incluye a España- trabajar para una empresa a donde predominan las mujeres en la plantilla, puede llegar a implicar una brecha salarial del hasta 15 por ciento -y esto comparado con empresas que tengan un mismo perfil de productividad pero con una mezcla de genero a donde no hay tantas mujeres-“.