El diario británico cita los altos impuestos y la burocracia como los dos elementos que restan atractivo al país hispano como objetivo de inversiones. En este sentido, recuerda las advertencias del Banco de España sobre la necesidad de crear un clima propicio para la inversión exterior si no quiere quedar descolgado del resto.

El periódico cita a analistas y directivos de empresas que advierten de que España ha dejado de ser un entorno barato para las manufacturas y que califican el sistema fiscal de poco amistoso para los inversores extranjeros. La inversión directa desde el exterior se situó en 2005 en 16.600 millones, por debajo de los 18.600 millones del año anterior.

Aún así, las últimas privatizaciones y la mejora de las condiciones fiscales y reguladoras han favorecido la llegada de capital extranjero a sectores como el de los servicios y, en concreto, a las telecomunicaciones.