En 2019 se cumplieron dos importantes aniversarios de la economía española: 20 años de la entrada en el euro y 60 años del Plan de Estabilización y Liberalización, posterior a la entrada de España en el FMI del año 1956.
El gran macroeconomista especializado en economías abiertas, Rudi Dornbusch, en su último libro(1), previo a su repentina muerte, planteaba tres importantes claves para la prosperidad económica de un país: Mercados libres, Credibilidad monetaria y Algo de suerte. España, en los últimos 60 años, ha cumplido, afortunadamente y con creces, con estos tres importantes requisitos para el éxito económico de cualquier país.
Con respecto a la libertad de mercados, incorporada en el Plan de Estabilización y Liberalización Económica del año 1959, conviene enfatizar sobre todo la importancia de la apertura económica que se le imprimió a la economía española a partir de aquel año. La importante relación entre apertura económica y crecimiento económico en España en las últimas cinco décadas se presenta en la Tabla 1.
España es hoy en día uno de los países más abiertos económicamente de la OCDE. Junto con Japón, somos los dos países en los que el PIB per cápita más ha crecido en los últimos 50 años. Japón lo ha multiplicado por 10 y España, por siete.
En la Tabla 1 se observa la alta correlación entre la globalización de la economía española, medida por su índice de apertura económica, y el crecimiento económico de nuestro país. También se observa la transmisión de todo ello al nivel de vida de los españoles, medido por la evolución de los salarios en los últimos 50 años. Finalmente, la Tabla presenta los efectos de la Gran Recesión de 2007, con una disminución del grado de apertura económica y su posterior recuperación, así como el estancamiento y posterior recuperación del crecimiento de la economía española, aunque los salarios todavía no hayan vuelto a su nivel máximo de 2010.
La Teoría Económica que subyace a los datos de la Tabla 1 es muy sencilla, así como muy debatida en los últimos tiempos tras el ascenso en Estados Unidos del presidente Trump al poder. La Apertura Económica, medida en la Tabla 1 por la suma de Exportaciones e Importaciones, respecto al PIB, afecta al crecimiento económico a través del proceso de especialización productiva de los países en aquellos bienes en cuya producción tienen ventaja comparativa, siendo ambas variables, importaciones y exportaciones, importantes. De hecho, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y uno de los mayores expertos mundiales en el campo del Comercio Internacional afirma que el objetivo perseguido por el Comercio Internacional es justamente la consecución de importaciones más baratas por parte de un país en el mercado internacional.
Lamentablemente, en los últimos años tras la elección en 2016 de Donald Trump a la presidencia de EE. UU. ha resurgido con fuerza en la economía mundial la tentación del Proteccionismo. Los proteccionistas, así como en general los populistas, piensan que el mejor de los mundos radica en una situación de autarquía, es decir, todo “Made in Spain” o todo “Made in the USA”, para los respectivos países. Como en España, en aquellas dos décadas, los años 40 y 50, previas al Plan del año 59, de tanta penuria económica para nuestro país.
Las ventajas de la apertura económica para la economía española han resultado ser, por tanto, de tipo microeconómico, es decir, mayor eficiencia y mayor crecimiento.
Con respecto a la segunda efeméride, la entrada de España en el euro, las ventajas han sido de tipo macroeconómico. La economía española, hasta finales del siglo pasado, venía sufriendo de importantes desequilibrios macroeconómicos, sobre todo relativos a las altas tasas de inflación, con los consiguientes altos tipos de interés, así como desequilibrios de tipo fiscal, provocados por los altos déficits fiscales y la consiguiente elevada deuda pública de nuestro país. Básicamente, lo que consiguió España con su entrada en el euro en 1999 ha sido converger en estos cruciales temas con la economía de Alemania.
Con respecto a los tipos de interés, los tipos españoles prácticamente duplicaban a los de Alemania hasta la creación del euro en 1999. Los tipos de interés, lógicamente, reflejaban las divergentes tasas de inflación de los dos países, como se observa en la Tabla 2.
Además de la convergencia en tipos de interés y en tasas de inflación, el Tratado de Maastricht, que creó el euro, imponía a los países miembros importantes limitaciones respecto a la Deuda Pública y a su causante, los déficits fiscales.
La Tabla 3 presenta la evolución fiscal comparativa de España y Alemania.
Como bien se sabe el Tratado de Maastricht fijó para el Déficit Fiscal un límite máximo del 3%. Con respecto a la Deuda Pública el límite fue el 60%, en ambos casos respecto al PIB. La convergencia fiscal entre España y Alemania fue prácticamente total en el año 2000, consiguiendo incluso España aventajar a Alemania tras los importantes superávits fiscales del Gobierno de Zapatero, superiores al 2% del PIB, en los años 2006 y 2007. Evidentemente, la Gran Recesión de 2007 afectó a ambos países de manera distinta, pero a día de hoy las cuentas públicas españolas se encuentran bastante saneadas, con el único problema de la excesiva deuda pública, acumulada tras estos años de crisis.
Finalmente, la tercera clave para la prosperidad (“Un poco de suerte”), planteada por Dornbusch, ha contribuido en su medida al progreso económico de nuestro país. Resulta evidente que España, históricamente, ha sido un país afortunado por haber podido participar, dada su pertenencia al continente europeo, del proyecto de integración económica inherente a la creación de la Unión Europea, de la que en 2021 la adhesión española cumplirá 35 años.
(1) Dornbusch, Rudiger (2000), “Keys to Prosperity: Free Markets, Sound Money and a Bit of Luck”, The MIT Press, 2000.
Saturnino Aguado Sebastián 
Profesor Honorífico de Investigación
Departamento de Economía
Universidad de Alcalá de Henares
