La Encuesta sobre Población Activa arroja malos datos para el conjunto del país. El último trimestre se cierra con 121.900 nuevos desempleados y eleva la tasa de paro al 20,33%. La más alta desde 1997. Un mal dato al que se debe de unir, lamentablemente, otro tan significativo como el incremento experimentado por los hogares en los que todos sus integrantes están en situación de desempleo, 1.32 millones.

No obstante y, sin que signifique merma alguna en cuanto a lo dramático que supone contar con cerca de 4,7 millones de desempleados y cuatro años consecutivos incrementándose, si se miran los datos con la perspectiva de los últimos años marcados por la crisis, el aumento de 2010 es tres veces inferior al de 2009, cuando se destruyeron 1.210.800 puestos de trabajo y también inferior a 2008, cuando fueron 600.000. Datos que junto al descenso del anterior trimestre pueden apuntar a una relativa ralentización en la destrucción de empleo.

En Andalucía, el paro descendió en 2.200 personas en el cuarto trimestre de 2010. A pesar de este dato positivo, para el cómputo de 2010, el paro aumentó en 93.400 personas con lo que el número total de desempleados se situó en 1.127.400 parados y la tasa de paro en el 28,35 por ciento. Evidentemente el descenso experimentado, aun siendo positivo, se presenta como pírrico con respecto al número total de desempleados.

En definitiva, nos encontramos ante una situación en la que el desempleo seguirá siendo, deplorablemente, la principal preocupación de la sociedad. Ante ello se debe insistir en las medidas sociales que amparen a aquellas personas que han perdido sus empleos o que queriendo trabajar no lo pueden hacer. Por otro lado se debe cambiar el rumbo en nuestro modelo productivo, Este cambio en el modelo debe ser consecuencia de las medidas y cambios estructurales que se tomen con el mayor grado de consenso posible de todos los agentes políticos y sociales. Por ello hace falta, sobre todo, que se mantenga una sostenida capacidad de diálogo con los interlocutores sociales junto a un liderazgo claro y resuelto.