Análisis de Orizon

Los costes de la tecnología del sistema bancario español durante la pandemia COVID-19 se han incrementado una media del 15% como consecuencia del crecimiento, por encima del 20%, de las transacciones realizadas por los clientes a través de los canales web y móvil durante marzo y abril de 2020 y comparado con los mismos meses de 2019.

Según un análisis realizado por la tecnológica española Orizon, este crecimiento, que se suma al interanual que experimentan de manera natural este tipo de canales en la banca española (35%) también ha provocado el incremento del 10% en los tiempos medios de respuesta de la banca online.

Según el informe de Orizon, realizado a partir de datos extraídos de su herramienta BOA que monitoriza de manera continua el rendimiento de las infraestructuras tecnológicas, el crecimiento de los canales web y móvil va parejo al descenso de más de un 30% de las transacciones en las oficinas bancarias durante estos meses y explicaría parte del crecimiento de estos costes, ya que los sistemas informáticos de las oficinas bancarias consumen muchos menos recursos de los sistemas centrales de los bancos (mainframe) por trabajar sobre redes de comunicaciones directas de los propios bancos.

Créditos ICO y Bizum, dos invitados no esperados

Según este mismo informe, otro de los grandes consumidores inesperados de recursos tecnológicos de la banca durante COVID-19 ha sido la explosión del uso de aplicaciones no habituales, tales como las que soportan las solicitudes y la gestión de los créditos ICO. Su no utilización habitual provoca que sean aplicaciones que las entidades descuidan en cuanto a su optimización, frente a las que si son utilizadas masivamente en su operativa bancaria diaria.

Igualmente, y según el informe de Orizon, resulta paradigmático el caso del sistema de pagos Bizum, nacido de la colaboración de la gran mayoría de las entidades financieras españolas para atraer a la nueva generación de consumidores. El crecimiento de este medio de intercambio de dinero durante la crisis COVID-19 ha sido superior al 25%, según estima Orizon, y por parte de muy diversos perfiles, lo que también está aumentando la presión para mejorar la eficiencia de las tecnologías. Además, el informe de Orizon señala que la utilización de este sistema por parte de usuarios no habituales de él provocará que, no sólo se mantenga, sino que crezca en el tiempo.

Picos históricos en la consolidación nocturna

El informe de Orizon señala que todo este conjunto de cambios acaecidos en la operativa bancaria como consecuencia de COVID-19 provoca que, en los procesos de consolidación, conocidos como el “batch nocturno”, la banca haya registrado picos históricos de uso de sus sistemas centrales mainframe, que soportan el núcleo del negocio, y a pesar de las estrategias de trasladar aplicaciones a la nube.

En consecuencia, y según el informe, los consumos de estos sistemas centrales han experimentado crecimientos del 8% que, teniendo en cuenta el precio que tienen los procesamientos en este tipo de máquinas, suponen un coste elevado para las cuentas de explotación de la banca. A modo de ejemplo, una entidad de carácter nacional puede necesitar ejecutar entre 60.000 y 80.000 MIPS (millones de instrucciones por segundo) para sus gestionar los procesos nocturnos, lo que puede suponer entre 60 y 80 millones de euros, tomando como referencia media un coste de 1.000 euros por MIP.

Según Ángel Pineda, CEO de Orizon y coordinador del informe, “el mayor uso de la banca online durante el día y el aumento de los procesos batch nocturnos es una tormenta perfecta para el sector financiero”. “La crisis, -añade Pineda- ha terminado de demostrar que la banca digital, al igual que el teletrabajo, ha venido para quedarse y obliga al sector financiero a integrar el concepto rendimiento en su operativa y a mejorar su capacidad para evaluar el impacto en el negocio de su inversión en infraestructuras y aplicaciones”.

Según añade Pineda, “en la inmensa mayoría de los casos, las operativas extraordinarias que han emergido los pasados meses no están optimizadas, de modo que los consumos asociados a su uso han aumentado más de lo esperado en relación con el volumen de transacciones recibido. La lección que habría que sacar de esta situación la banca -termina diciendo Pineda-, es que cuando un software, sea cual sea, se pone en marcha es imprescindible asegurarse de qué está perfectamente optimizado porque, de no ser así, el precio a pagar puede ser muy elevado”.