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Revista de mayo Agenda de la Empresa

 

No existe respuesta exacta a la pregunta qué sucederá cuando la pandemia termine, en primer lugar, porque no existirá un día después, sino que se producirá una sucesión de periodos de transición y adaptación, que tarde o temprano deben llevarnos a la recuperación.

Como sabemos, el sector turístico es un sector vulnerable totalmente susceptible de sufrir los efectos derivados de sucesos diversos que puedan afectar a la economía, al clima, a la sociedad, al medioambiente, a la moda,… Desgraciadamente, el COVID-19 tiene todos los ingredientes para suponer un importante varapalo en el sector y, en consecuencia, para la economía de un país como el nuestro, donde el turismo supone un 12% del PIB.

Las características del público objetivo del sector van a cambiar, porque en términos generales va a cambiar su comportamiento. Previsiblemente, y a pesar del ansia por disfrutar de la libertad de movimiento fuera de casa, el miedo y la desconfianza guiarán al turista a elegir destinos cercanos, viajes cortos preferiblemente en coche (para tener la posibilidad de volver en cualquier momento y también para evitar compartir espacio colectivo), selección de establecimientos que ofrezcan garantías de calidad y seguridad sanitaria, precios de post-guerra, y condiciones de anulación y devolución de cliente VIP.

En este horizonte existe un tipo de turismo que puede verse reforzado tras la crisis: el turismo rural, siempre y cuando pueda ofrecer las condiciones descritas anteriormente.

El turismo rural goza per se de varias características positivas: contacto directo con el medioambiente (uno de los pocos elementos que ha salido reforzado con el COVID-19), en entornos catalogados de “sanos” y espacios sin aglomeraciones, con el cuidado y atención directa del propietari@, y a la distancia justa que el cliente está dispuesto a desplazarse.

Pero para que este turismo repunte y realmente suponga una alternativa, debe ser capaz de subirse al carro de la tecnología y del marketing digital, ofreciendo la máxima información y prestaciones a través de la web y de las redes sociales.

Como Asociación de Empresarias, y teniendo en cuenta que más del 58% del empresariado rural es mujer, la mayoría con estudios superiores, estamos seguras que el turismo rural tiene la capacidad de definir el nuevo perfil del “buyer persona” que resultará tras el COVID-19, y tratar de dirigirse a él utilizando la combinación de marketing y tecnología necesaria.

Ahora bien: ¿qué establecimientos resistirán al COVID-19? Y, ¿quién podrá hacerse cargo de la inversión necesaria?

 

Montse Alsina Ademe WEB opinion

Consultora de RR. HH.

Secretaria General de ADEME (Asociación de Empresarias de Castilla y León)