Tras las duras declaraciones del secretario general de los ganaderos, Manuel del Pino, el director general de Puleva, Gregorio Jiménez contesta. Niega todas y cada una de las acusaciones de las que su grupo fue objeto ayer, y se siente «indignado» por unas críticas «absolutamente falsas», que define como «terrorismo empresarial».

Para Jiménez, las afirmaciones de Del Pino crean una alarma innecesaria, son «muy graves» y «carecen de credibilidad». En resumen, «constituyen una enorme falacia». «No se puede jugar de ese modo con la estabilidad de la gente de nuestra empresa. Están haciendo mucho daño a la planta», critica el empresario.

Sobre el posible traslado de la planta granadina a Sevilla, asegura que «es algo absurdo». «Todo lo contrario, -explica- estamos concentrando la producción en Granada porque es nuestra planta más importante y la referencia tecnológica del grupo». Añade que «¿para qué íbamos a querer llevarnos la empresa a una planta donde se producen 100 millones de litros de leche si la de Granada es multiproducto y produce 250 millones?».

Según el dirigente de Asaja, la política de precios que está desarrollando Puleva ha llevado al cierre de muchas ganaderías en Granada, hecho que el director general de la empresa niega rotundamente. «La culpa no es de Puleva, sino de los compromisos que adquirió España en 1986 para su ingreso en la UE. La cuota anual de producción fijada en ese pacto, es la que ha hecho desaparecer muchas explotaciones ganaderas, porque en nuestro país había superproducción de leche».

En cuanto a los precios que reciben los proveedores, Jiménez es claro: «Nos encantaría pagarles más, pero no podemos. Las condiciones no las pone Puleva, sino la competencia del mercado. La campaña de producción es inestable y compleja, depende de muchos factores que nosotros no podemos controlar, como las lluvias».

0,34 euros por litro
La empresa otorga 0,34 euros a los ganaderos por cada litro de leche. Su director afirma que «el gran prestigio de Puleva hace que la mayoría de los ganaderos quieran vendérnosla». «No obstante, -continúa- son libres para vender sus productos a otras marcas si no están contentos».

Las sospechas de los ganaderos se caen por su propio peso. El traslado de las dos máquinas de envasado de la planta de Puleva, que les hicieron afirmar que la empresa abandonaba la provincia, se debe, según Jiménez «a un proceso normal de recambio tecnológico». Esas máquinas se han enviado a Cataluña para dejar espacio a otras que «mejorarán la producción».