Si algo la define en la primera impresión es su curiosidad. Marina pregunta el porqué de las cosas hasta llegar a una respuesta que le convenza. Y después sigue preguntando más, atenta a cualquier matiz que indique contradicciones. Pone a prueba la seguridad de su interlocutor. Nunca acepta la primera explicación. Sabe que siempre hay más información en lo que no se dice que en lo que se manifiesta. Lleva algunos años en España pero mantiene su acento ruso: algunos artículos que desaparecen, y las vocales, pronunciadas como si sonaran en el interior de una bóveda. Decía Nietzsche que la pasión y la tristeza emparentan el alma rusa con la española. Lo cierto es que esta empresaria del oro se siente aquí como en casa. Marina creó Kremar. Kremar tiene su sede central en Londres. La segunda en Madrid. Venden oro físico. Entre sus clientes hay inversores que compran kilos de oro, y otros que invierten doscientos euros al mes para crear un patrimonio de ahorro. Dominan un sector anticíclico: en las crisis el oro se vende más porque aumenta siempre su valor de mercado.

Me interesan sus orígenes como empresaria.

Es algo que viví en mi propia familia. Mis padres son empresarios. Así que crecí rodeada de planes y objetivos, y me alimentaron con la cultura del esfuerzo. Nada es fácil cuando eres empresario. Tienes que tener claras tus metas, pero lo más importante es la voluntad que pones en transitar el camino que te lleva hasta conseguirlas. Porque soñar está al alcance de todos, pero para llevar los sueños a la realidad hay que prepararse, hay que trabajar, olvidarse de las excusas y los pretextos, ser capaz de atravesar tormentas y no rendirse nunca. Eso lo aprendí en mi casa, y creo que es una educación que me hizo como soy, y por eso estoy muy agradecida a mis padres.

¿Y cómo fue su bautizo empresarial?

Al cumplir los dieciocho años mis padres me hicieron un regalo. Eran acciones de una compañía que mi padre compró cuando nací. Aquel regalo me sirvió para entender lo que es una empresa, sus cuentas, sus balances, el valor de su patrimonio. Y, sobre todo, para entender qué es la riqueza, cómo se crea, cómo es capaz de cumplir nuestras expectativas. Ser rico no es tener mucho dinero, ser rico es acumular posibilidades.

¿Qué hizo con aquel capital?

Lo invertí en una cadena de supermercados. La fórmula consiste en crear una oferta de calidad a un buen precio para un consumidor urbano. A veces pesamos que en el sector de la distribución o en el de alimentación, que son sectores maduros, está todo inventado. No es cierto. El secreto está en encontrar fórmulas nuevas para hacer las cosas de otra manera, en tener claro cuál es tu misión, y no descansar hasta que lo consigas. Mercadona es un gran ejemplo de esto que digo.

Kremar, 1Habla usted como si le apasionara trabajar.

Es que es así. Despierto cada mañana con una ilusión renovada. Me gusta la relación con mis clientes. No me cuesta dedicarle muchas horas al trabajo. Me recupero con facilidad de los días en los que parece que todo va mal y tengo una gran pasión por lo que hago. Creo que esa es una parte fundamental del éxito, ¿no cree?

Sin duda. ¿Cuál fue su siguiente etapa como empresaria?

He tocado muchos sectores. Por ejemplo el de los restaurantes y los locales de ocio. También, en España, el de la construcción. Creo que cuando eres empresaria se trata de aplicar los mismos procesos a diferentes actividades, aunque no las conozcas. Primero tienes que hacer una profunda inmersión, prepararte, conocer muy bien los secretos de cada actividad antes de lanzarte. La inversión más importante es siempre la que dedicas a tu propia formación. Porque el capital más relevante de una empresa, el imprescindible, es el capital humano. Si tienes buen capital humano, si tus equipos son buenos y están bien formados, y están alineados con los objetivos del líder, entonces el éxito llega.

Hablemos de liderazgo. ¿Cuál es su forma de ejercerlo?

El liderazgo tiene que ser humilde y nunca arrogante. El líder tiene que saber crear buenos equipos y motivarles. Para conseguirlo tiene que conocer el corazón de las personas. Todos somos diferentes y cada persona tiene una clave diferente para motivarse. El líder tiene que conocerlas, tiene que saber escuchar. El liderazgo exige capacidad de sacrificio, buena comunicación, ser persuasivo, no enrocarse en sus decisiones, saber rectificar. Pero no debemos olvidar que, además de todo esto, el líder debe conseguir buenos resultados. Porque es verdad que el líder debe ser el último que se sirva la comida, pero antes de hacerlo debe lograr que todos los de su equipo coman. Esa es mi filosofía.

¿Por qué el oro? Y ¿por qué Kremar?

Kremar nació después de años de estudio y conocimiento del mercado del oro. Y de la formación de un equipo de profesionales con un gran conocimiento de los mercados internacionales y del marketing. Mire, yo tengo un lema en la vida empresarial que dice que si quieres ir rápido debes ir solo, pero si quieres llegar lejos debes ir acompañado. Vamos a añadir que debes ir bien acompañado. En este caso somos profesionales que tienen los mismos objetivos, que nos complementamos muy bien, que nos entendemos sin necesidad de hablar, que tenemos la misma cultura empresarial. Y también la misma visión sobre los negocios.

No me ha respondido al porqué del oro.

A veces las personas, los profesionales, confluyen, se encuentran, y deciden dar un paso común, un paso como equipo. Coincidimos varias personas que habíamos estudiado a fondo los mercados del oro, su producción, y su venta. Veníamos en el mundo de una crisis como la de 2008 que fue muy dura. A nadie se le escapa que el oro es un metal que tiene una altísima rentabilidad a largo plazo. Mire los números. En el año 2000 un kilo de oro costaba 11.000 dólares. En 2020 ese mismo kilo se cotiza a 54.500 dólares. El oro ofrece seguridad, liquidez inmediata, un refugio para  el ahorro.

Es una inversión para ricos y para empresarios.

No solo para ese tipo de clientes. En eso, quien no conoce este mundo del oro, puede tener una idea equivocada. Alguna vez me preguntan quiénes son mis mejores clientes. La verdad es que todo cliente es un buen cliente, no voy a hacer distinciones. Pero hay clientes especiales. En nuestro caso, hablo de Kremar, hay muchos especiales, pero están representados por una mujer de edad avanzada, que vive de su jubilación. Cada mes compra una moneda de oro. Quiere completar una caja de monedas porque quiere hacer un regalo especial para su nieta. Cada mes invierte 170 euros en la moneda que compra. Ese es el espíritu de nuestra compañía. Kremar nace para difundir la cultura del oro, para convertirlo en una inversión popular, que llegue a todos, porque todas las economías tienen capacidad de invertir en oro. Es una inversión al alcance de todo el mundo. Y está cargada de valores.

Kremar 3¿Qué valores?

En esa compra que esa mujer hace todos los meses hay una gran ilusión por hacer un regalo especial para  su nieta. Un regalo que ella guardará con amor y con buenos recuerdos. Pero también es un regalo que le puede servir para atravesar algún momento de dificultad económica, como los tenemos todos alguna vez en nuestra vida. O para hacer una inversión en educación que le permita alcanzar un nivel profesional y humano superior. El oro como ahorro se mantiene mucho más tiempo que los billetes, el oro es nuestro ahorro para los momentos más importantes de nuestra vida. Kremar vende oro, pero la venta de oro no es nuestra misión.

Ah, ¿no? ¿Entonces cuál es?

Vendemos confianza, vendemos seguridad, vendemos futuro, vendemos ilusiones, ofrecemos una garantía absoluta para el ahorro de las personas, sean ricas o no. Y un trato personal para  cada inversor. No importa que sean empresarios o inversores con más o menos capacidad. En Kremar tenemos el mismo trato para todos, cercano, personalizado, y profesional.

Y España. ¿Le gusta este país?

En España me siento como en casa. Hay algunas diferencias culturales con Rusia, pero creo que nos entendemos bien. Compartimos pasión y gusto por la vida. También en la melancolía somos muy cercanos. Tan solo hay un detalle que me llama la atención, del que me advirtieron y con razón.

¿Y cuál es?

Cuando un español te dice “no te preocupes por eso”, es entonces cuando debes preocuparte.

 

Alfredo Urdaci

 

Entrevista incluida en la edición de julio-agosto de Agenda de la Empresa