3,2 puntos más acusado que en la anterior previsión

La Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas) ha empeorado su previsión de contracción económica para este año en 3,2 puntos, situándolo en el 13%, reflejando “dos realidades distintas: la actividad se contraerá un 35,5% en los sectores asociados al turismo y actividades de ocio y cultura, y un 4% en el resto de sectores”.

La revisión se debe a la multiplicación de infecciones diagnosticadas, y su efecto disuasorio sobre la llegada de turistas extranjeros. Se estima que se perderán 25.000 millones en ingresos en concepto de turismo con respecto a la anterior previsión para el conjunto del año. Además, los rebrotes han tenido un impacto negativo sobre la confianza de las empresas y de los consumidores, ante el miedo a un nuevo confinamiento. La crisis del turismo explica las dos terceras partes del recorte de la previsión, y el resto se debe al impacto de la incertidumbre incrementada sobre la demanda interna.

Destaca la “severa reducción” de la inversión, cercana al 18%, por la “exacerbación” de las turbulencias que ensombrecen el horizonte para las empresas. El consumo también registrará una severa corrección (que rondará el 16%), lastrado por la contracción de los ingresos laborales en un contexto de ERTE y pérdida de puestos de trabajo, y por la cautela de las familias que optan por ahorrar en vez de gastar. El ahorro superaría el 17% de la renta disponible de las familias, el máximo de la serie histórica. El consumo público se mantendrá como el único factor expansivo.

La demanda externa drenará crecimiento, por el declive del turismo y en menor medida de las exportaciones de bienes y servicios no turísticos. Las importaciones, por su parte, también descenderán aunque en menor medida que las ventas en el exterior.

El rebote previsto para el final del presente año se repercutiría en 2021. La previsión para ese año es de un crecimiento del PIB del 7,9%, ligeramente superior a la anterior valoración. Sin embargo, a finales de ese año el PIB todavía se situará un 3,9% por debajo de su nivel pre-covid. Con toda probabilidad, la recuperación no sería total hasta 2023, o incluso 2024 dependiendo de la senda de política económica (ver más abajo), es decir un año más tarde de lo estimado en la anterior previsión.

La demanda interna, liderada por la inversión (fruto de los estímulos fiscales y del plan europeo), será el principal motor de la recuperación. A medida que los rebrotes se moderan y que la perspectiva de una vacuna se aproxima, los hogares se mostrarán más proclives a consumir, y las empresas a renovar su capital productivo. El sector exterior también aportará actividad, gracias a la progresiva recuperación del turismo internacional y de los intercambios de bienes.

Pese al hundimiento del turismo, las cuentas externas seguirán arrojando un superávit durante todo el periodo de previsión, gracias al descenso de las importaciones provocado por la recesión. Las exportaciones se recuperarán en 2021, por el rebote previsto del comercio mundial, y la progresiva vuelta a la normalidad de los flujos turísticos.

El agravamiento de la crisis se reflejará en el número de horas trabajadas, que descenderá a un ritmo similar al de la economía. Sin embargo, el impacto sobre el empleo será menor, por el recurso a los ERTE y las prácticas de reparto del trabajo (que se traducen en una reducción del número de horas trabajadas por ocupado). Por otra parte, cerca de 200.000 personas saldrán del mercado laboral en 2020, como consecuencia del desánimo o de la dificultad a buscar un puesto de trabajo en tiempos de pandemia.

Todo ello, según Funcas, contribuirá a atenuar el impacto de la crisis sobre la tasa de paro, que se incrementará hasta el 17% para el conjunto del año (y 19,9% en el último trimestre). Si se suman a los desempleados los trabajadores en situación de ERTE, cuyo ritmo de reincorporación al empleo va a ser mucho más lento en el cuarto trimestre (al final del año aún podrían permanecer en dicha situación unos 300.000), la tasa de desempleo en el cuarto trimestre se situaría en torno al 21%.

Aunque la evolución del desempleo es significativamente menos desfavorable que en recesiones anteriores, las fórmulas que han hecho esto posible (ERTE y reducciones de jornada) tarde o temprano podrían derivar en más desempleo.

Así, en 2021, el nivel de actividad en muchas empresas va a seguir siendo muy inferior al previo a la pandemia, de modo que, al vencimiento de los ERTE y cuando las empresas decidan normalizar la jornada laboral, cabe esperar que un cierto número de trabajadores pierda su empleo y engrose las cifras de desempleo, si bien en términos netos se producirá un crecimiento del empleo por la progresiva recuperación de la economía.

El perfil trimestral en la evolución del número de parados a lo largo del año estará, por tanto, condicionada por el calendario de retirada de esta figura. Suponiendo que este efecto se produce de forma paulatina, la tasa de desempleo descenderá hasta situarse en el 16,2% a finales de 2021, lo que equivale a en torno a 600.000 parados más que antes de la crisis, aunque la media anual será algo más elevada que en 2020 debido al elevado nivel de partida al inicio del ejercicio.