Vivimos unos tiempos inciertos donde se ponen en cuestión las bases económicas, sociales y políticas de nuestra sociedad occidental. Es decir, es un periodo de cambios donde tendremos que dirigir el rumbo que debemos seguir en los años y décadas venideras. La cuestión parece ser no solo aceptar el cambio, sino adaptarse a la velocidad de los cambios y prepararse en todos los ámbitos sociales para construir el nuevo orden. Los cambios que anteriormente se producían a lo largo de generaciones ahora se producen dentro de la propia generación. Por lo tanto, esta situación proporciona un escenario de oportunidades que se deben aprovechar para conseguir unas bases que nos permitan un progreso sostenido y sostenible. Para ello, debemos analizar la situación actual y visualizar las amenazas y los objetivos a alcanzar. Centrados en la actividad económica, podemos indicar que el equilibrio entre los tres sectores debería ser un principio en el asentar el nuevo desarrollo a nivel nacional y, más concretamente, en Huelva.

El sector primario, que comprende las actividades mineras extractivas, la pesca y la agricultura, están en momentos muy diferentes. Mientras la primera fue el motor de la industrialización en tiempos anteriores, ahora se encuentra en un nivel bajo aunque con algunas expectativas por la posible puesta en explotación de ciertos yacimientos económicamente viable debido a la evolución de los precios de la materias primas. En cambio, la pesca es un sector que no tiene una perspectiva de crecimiento pero si de especialización en la calidad de ciertas capturas. La agricultura, que ha experimentado avances considerables durante las últimas décadas introduciendo nuevos cultivos y mejorando en rendimiento, todavía tiene capacidad de mejora.

El sector terciario de servicios tiene algunos campos maduros y otros con grandes expectativas de desarrollo. Entre estos últimos podemos destacar la enseñanza universitaria y el turismo. La enseñanza universitaria especializada en algunas ramas podría ser un posible camino dentro del panorama cambiante en la adaptación al marco europeo. Una mayor colaboración en el ámbito de la investigación con la agricultura y la industria nos conduciría a un vector de desarrollo. El turismo que todavía queda por desarrollar en nuestra provincia sólo cabe indicar que debe ser respetable con el medio ambiente y que se debe planificar en conjunto para evitar un crecimiento salvaje y errores pasados. La industria debería ser el eslabón que uniera esta cadena económica en la provincia de Huelva. La ventaja de su implantación ya consolidada en los sectores derivados de la minería, refino, petroquímica y energía proporciona una gran oportunidad de crecimiento, estando operativos los canales de distribución y de servicios auxiliares necesarios para el funcionamiento de la industria. Por consiguiente, las empresas primarias y las auxiliares poseen estructura y cultura necesaria para garantizar los tres aspectos importantes que serán fundamento en el futuro: seguridad, calidad y medio ambiente. Otro aspecto que no hemos mencionado anteriormente, pero no por eso menos importante, es la preparación de los recursos humanos que componen los organigramas de las empresas industriales. Las personas que componen estas estructuras tienen años de experiencia en cada una de las funciones, comparables a nivel internacional, con las mejores empresas del mundo. Si a esta ventaja le sumamos la colaboración de la universidad y los colegios profesionales, podremos contar en un futuro con el mayor valor añadido que ponga en ventaja la industria de Huelva.

Puestas ya las bases, y teniendo en cuenta el sector primario esbozado anteriormente, habría que planificar un crecimiento de industria enfocando los esfuerzos en dar valor añadido a los productos del sector primario con la introducción de los aspectos tecnológicos de vanguardia. Esto es, promocionar la participación de los emprendedores para continuar en la cadena de transformación de los productos del sector primario y de la industria básica y energética. La administración debe ser una palanca de impulso de estas políticas de crecimiento, enfocando sus recursos para crear las bases para que se puedan hacer realidad estas nuevas empresas o las ampliaciones de las existentes, pero dejando a la iniciativa privada jugar su papel. Para terminar este pequeño esbozo, sería necesario destacar la labor de los colegios profesionales en la formación continua de sus colegiados y solicitar de la administración y del ámbito universitario que puedan participar en la elaboración del futuro.

Alfonso Carrasco Ríos
Presidente Delegado del Colegio Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental – Huelva