En un pueblo de Italia, creo que Catanzaro, con más habitantes que Zamora, hace unos días hubo un miting electoral con motivo de las elecciones municipales, nada de nuevo hasta aquí, pero lo mejor de todo es que en este miting celebrado en la Plaza Mayor, no había nadie y encima los pocos vecinos que estaban por allí, desconectaron la megafonía. Esta gente, sin saberlo, estaba señalando un camino, que da contenido a este paradigma de “la indignación” que es un hecho en medio mundo, encima y para colmo de la noticia, en muchos pueblos de nuestra vecina Italia, el porcentaje de votantes, apenas ha pasado del 15 %.

Claro que esto a los políticos les importa bien poco, para qué, a ellos sólo les preocupa, el corto plazo, o sea los 4 años de mandato, a fin de seguir viviendo de los demás, ellos son una rémora que se enquista en la mediocridad de nuestra sociedad, a la que ven como su forma de existencia, sobreviven igual que esta gente que se inventa cada día una vida para contarla por televisión, paseando sus grotescas miserias, para un público que prefiere mirar las miserias de los demás, para olvidarse un rato de las propias.
Y eso es lo que hay, un país que no sabe donde va, poblado por gente que no sabe que hacer con sus vidas, más allá de quejarse porque perdieron las subvenciones, sin saber a quien echarle la culpa, y mientras unos se acurrucan en el nido familiar, que amagando con el plato en la mesa, otros, aguantan sus miserias en la barra del bar, esperando que alguien les compadezca, mientras tanto, siguen culpabilizando a la sociedad de la que viven, jugando a retrasar el enfrentamiento con su propia vida.

Que ya está bien de bancos, de políticos, de ladrillos y del “sálvame”, ¿o es que no se dan cuenta, que lo único que les puede salvar es su propio coraje y el esfuerzo de enfrentarse a la vida? Lo repitió mi paisano Pep, al que se lo contarían sus padres y a ésos, los parientes que sobrevivieron a la guerra civil: “hay que levantarse muy, muy temprano y ponerse a trabajar” porque nadie va a hacer por ti lo que no hagas tú por ti mismo y es que no hay otra fórmula, porque cuando el país está arruinado, no queda otra protección que arremangarse y caminar.

No deberíamos tener que recordar a la juventud, que tiene toda una vida por delante y es dueña de su destino, sin esperar ayuda de nadie, porque al otro lado de la puerta, sólo existe la incertidumbre y cuando hablamos de madurar, significa la capacidad para elegir la propia vida. Nada nos han dado los políticos y nada van a dar, porque ya han demostrado que ni siquiera saben administrar el bien común, ¿de que nos sirven tantas escuelas, tener más sanidad que media Europa, más autopistas, AVE y millones de casas, si somos incapaces de disfrutar la posibilidad de tener un trabajo y los medios para ser felices?

Hay que revolverse ante la gran mentira de esta sociedad, que vende sueños que no se pueden comprar y que quiere enseñarnos que somos iguales, simplemente porque paseamos por las mismas calles y miramos los mismos escaparates, pero algunos tienen el bolsillo lleno y otros no saben si llegarán al mes siguientes, algunos recordaremos los últimos “8 años como aquellos en que nos escapamos a una nube, pero nos hemos despertado besando el suelo” y con la esperanza destrozada porque entre políticos y financieros, nos vendieron el paraíso, en el bazar del “todo al cien” y ahora nadie quiere despertarse.

Miquel Bonet