Este verano tormentoso, de canícula despiadada, pasará a ser histórico en los termómetros de media España. Como histórico será también, y quedará gravado en la retina de muchos de nosotros, las imágenes del fuego devorando la vida. Especialmente atroz y desalmada ha sido la destrucción asolada en la isla deLa Gomera. Comosi no fuera posible paz y redención para ese bello lugar del Atlántico. Más de4.200 hectáreasafectadas, más de dos semanas sin ningún tipo de descanso -a marcha martillo- tratando de apagar un incendio continuo; en el que los gestores, con la consejera de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias a la cabeza, avisaban indicando que “se tardarían todavía semanas en apagarlo porque es un incendio de subsuelo”.

Pero lo peor ha sido, por innecesario y kafquiano, el espectáculo grotesco, y casi burlón, que algunos ministros del Gobierno de Rajoy han mantenido con el Gobierno Canario. Hidroavión para arriba, hidroavión para abajo y que si las actuaciones no estaban planificadas y coordinadas.

Y sobre este tenor dos cuestiones que difícilmente pueden pasar inadvertidas. Por un lado el decantado paralelismo entre la gestión del incendio deLa Gomeray el posible segundo rescate a la economía española. Un cúmulo de imprecisiones junto con alguna que otra mala intención. Algo que no ayuda a romper una de nuestras peores series en cuanto a tierra quemada, y en cuanto a datos socioeconómicos tampoco. Según los datos que se manejan para este año existen un 92% más de hectáreas afectadas por el fuego que la media anual desde 2002.

Por otro lado, el fuego y los incendios que asolan España están poniendo de manifiesto lo peligroso y contraproducente que puede llegar a ser la política de recorte y de reducción del gasto público cuando afecta a inversiones públicas de las que depende nuestra seguridad e integridad. Todo un escándalo, si asumimos que lo que se quema además de nuestros bosques son nuestras casas, nuestro futuro y hasta nosotros mismos. Bien es verdad que este año es un año de sequía o que el termómetro ha marcado temperaturas especialmente altas pero…. ¿Alguien de juicio puede poner en entredicho que la  política de prevención de incendios en este país no ha sufrido un importante hachazo?

Desde luego que cada vez queda más patente y claro que los efectos de la política de recortes y de reducción del gasto público además de perjudicial para la reactivación económica, va a tener una serie de efectos estructurales, a medio y largo plazo, que directamente se pueden materializar en un periodo de estancamiento profundo. Sobre todo cuando, en ningún caso, se discute por parte de los responsables políticos y económicos cuál debe ser el modelo de desarrollo económico y de producción. La economía española está siendo objeto de una de las mayores reconversiones de su historia democrática -que afecta a distintos sectores como sector público, sector inmobiliario o sector financiero-  y no se conocen planes o programas de  impulso de actividades económicas alternativas que sean capaces de absorber parte de la expulsión de la mano de obra.

Aunque en lo que sí parecen coincidir algunos economistas, venidos a poderosos responsables de bancos centrales con Mario Dragui a la cabeza, es en hacer de enterradores de vivos y muertos. ¿Qué interés por enterrar salarios y derechos laborales y crear más ruina, pobreza e indignación? Pareciera como si de la falacia quisieran hacer virtud. De verdad… ¿alguien en su sano juicio puede pensar que el problema de la capacidad competidora de la economía española está en los salarios de los trabajadores? Tras cinco duros años de crisis y sus estragos no se justifica.

Pero esta es la marcha que se trastea en Europa, al dictado de una Alemania que está enterrando a los países periféricos del Sur y en los que se pretende dibujar un futuro sin futuro para sus habitantes, que no ciudadanos. Desaparece la ciudadanía europea porque desaparece la conciencia de Europa para con sus principales herederos: la juventud.

Y mientras esto ocurre, ante nuestras narices, seguimos discutiendo si el euro es viable. Ya comienzan a oirse voces en la propia Alemania que hablan de desgajar el euro en dos, para lo cual habría que hacer una operación a varias bandas que incluyese la salida de Grecia del euro, el mantenimiento de la moneda tal y como la conocemos, y la creación de una nueva moneda: guldmark.

Algo que a España y a su Gobierno le viene grande, o al menos eso parece, porque nada se dice o se hace sobre el asunto. Podría ocurrir porque nada se piensa, que sería aún peor. Pero probablemente, no sea así. Aunque nos cueste trabajo comprenderlo, a veces, el PP ha marcado una hoja de ruta que quiere desarrollar en estos años de “legislatura Rajoy”: sus reformas.

Unas reformas que no van a ser pactadas o negociadas sino impuestas, haciendo valer su mayoría absoluta cual cheque en blanco otorgado por la ciudadanía española. De hecho hasta el Financial Times otorga rigor periodístico a este interés del presidente Rajoy por desarrollar una estrategia basada en “aprovechar la lucha contra la crisis como la cobertura política para hacer retroceder el sistema autonómico” que a juicio del articulista, el PP “ideológicamente detesta”.

Lo que comienza a tomar forma bajo la directriz de las exigencias que se les van a pedir a las comunidades autónomas que acudan al “fondo de rescate” que ofrece el Gobierno Central para que puedan disponer de crédito en “condiciones ventajosas”. La ventaja es que se otorga el crédito no las condiciones, según se puede deducir. Lo que deja patente que el mayor interés de este Ejecutivo es desandar mucho de lo andado en materia autonómica y no sólo encoger el Estado sino también recentralizarlo.

Queda claro que la lucha ideológica a la que nos enfrentamos en estos tiempos va a marcar el devenir de nuestra generación y, probablemente, de las venideras. La dialéctica de las ideas todavía no ha llegado a su zénit. Las enseñanzas de esta gravísima crisis, como sociedad, sólo seremos capaces de reconocerlas transcurrido un tiempo, aunque las suframos en carne propia. Este complejo comportamiento sólo se justifica por la existencia de un tiempo crítico donde se producen más preguntas que respuestas. Vivimos en un tiempo de “incertidumbre líquida”.

Un momento donde la democracia se evapora y donde los gobiernos no electos toman fuerza auspiciados por el poder económico. Un tiempo donde es vital posicionarse ideológicamente. Saber qué se defiende, cómo y a quién. Impedir que los derechos se conviertan en mercaderías que se compran y se venden en el mercado global y volver al juicio político como criterio de asignación social válido y reconocido por todos.

Pero para ello, para dar paso a la política, necesitamos reconocer su importancia, su valor y no traicionarla. La política participada y conformada por los ciudadanos. La política es convivencia, respeto y asignación de prioridades. La política es diálogo, negociación y dialéctica de ideas.

Dar paso a la política significa defender, como los ugetistas estamos defendiendo, que el pueblo se posicione sobre el programa de recortes en referéndum. Es la única manera de tratar a la sociedad española como una sociedad madura y libre, además de propugnar el mayor de los respetos a su decisión.

Manuel Pastrana

Secretario General de  UGT de Andalucía