Los procesos de urbanización están provocando a nivel mundial tanto en los países ricos, pobres, o en vías de desarrollo, problemas relacionados con la despoblación de zonas rurales, pérdida de equilibrios entre los sistemas rurales y urbanos y creación de nuevos asentamientos desvinculados del centro social y económico de las ciudades.

Estos asentamientos, en su mayoría se sitúan en la periferia de las ciudades, y en ocasiones están en el mismo casco urbano, aparejando también el deterioro del patrimonio histórico y cultural. Las aglomeraciones urbanas se convierten en un verdadero conjunto de grandes desequilibrios entre vecinos a los cuales le separan una calle, una acera, o cualquier otra barrera más relacionada con los perjuicios sociales. Andalucía, no está libre de este fenómeno, más de la mitad de la población andaluza se concentra en las 29 ciudades de más de 50.000 habitantes. La pobreza y la desigualdad de oportunidades entre géneros, etnia y edades, con relación a la media de la ciudad se multiplican dentro de estos barrios creando sistemas periféricos y ciudades desintegradas. Los efectos de la crisis son más agudos y la superación de la misma se convierte en más complicada.

A modo de ejemplo, el principal problema que acucia nuestra socioeconomía como es el desempleo juvenil, es en estos territorios donde más se deja sentir. Reflexionando sobre las palabras de la comisaria de Educación, Androulla Vassiliou, que afirmó que “muchos jóvenes en España abandonaron los estudios atraídos por la demanda de empleos de baja cualificación en sectores como la construcción, pero con la crisis se quedaron sin trabajo y ahora no saben donde ir”. El fracaso escolar y la estrategia corto plazista arengada por el dinero fácil es en estos barrios donde tiene especial incidencia.

Desde la Junta de Andalucía se ha intentado dar solución a este problema a través de proyectos como el Plan de Barriadas de Actuación Preferente en las Zonas con Necesidades de Transformación Social (ZNTS) o el Programa de Intervención en Zonas APIPES (Actuaciones Territoriales Integrales Preferentes para el Empleo). Pero existen aún varios problemas que dificultan estas intervenciones, entre las que destacan:

1. Dificultades de visibilidad y diagnosticar los problemas. Existen pocas fuentes estadísticas en el ámbito suficientemente desagregado para poder medir datos relacionados con la población, la educación y el empleo. Estos territorios tienen problemas de identificación, pues muchas veces no coinciden con una delimitación administrativa: barrio, zona censal, zona de la oficina SAE.

Y aparte, el Censo de Población y Viviendas que puede arrojar datos más descriptivos, sólo se realiza cada 10 años, existiendo dificultades para tener esta información actualizada. Además existen pocos estudios desde la Administración que analicen el problema, teniendo en la mayoría de los casos que basarnos en fuentes no oficiales como las que realizan organizaciones sin ánimo de lucro, como es el ejemplo de Caritas en su ‘Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social’.

2. Necesidad de realizar una actuación integral y a medio y largo plazo. Las actuaciones en estas zonas no pueden ser coyunturales y depender de proyectos inconexos y temporales. En ese sentido cabe destacar algunos intentos que se han realizado en Andalucía como es el Plan Integral del Polígono Sur en Sevilla.