Algunos dirigentes catalanes han aprovechado el mal momento económico para volver a intentar su independencia. Su nefasta gestión política les ha llevado a convocar unas elecciones anticipadas creando una cortina de humo con la búsqueda de la autodeterminación. Un pretexto para no ser examinados por la situación que dejan a Cataluña.
Si bien, una hipotética independencia de Cataluña llevaría en un primer momento a una casi una ‘quiebra’ económica de sus cuentas. El panorama para una Cataluña independiente -fuera de Europa y del euro, lógicamente- es la pérdida de entre el 30% y 50% de su PIB en pocos años. Esto sería letal para muchas grandes empresas y entidades -por todos conocidos- que verían peligrar incluso su supervivencia. Pero que nadie se lleve a engaño, con la independencia no sólo Cataluña saldría perjudicada, también España, que dejaría de tener una magnífica industria que, por cierto, ha estado dando de comer durante muchos años. Además, tras Cataluña se abriría un claro precedente para otras Comunidades -como País Vasco- que a bien seguro se sumarían al carro.
Pese a todo, los catalanes serán llamados dentro de poco a votar en las urnas y decidir qué futuro político tomar. Pero ojo, no hay que olvidar que a día de hoy la ‘Carta Magna’ es para toda España y españoles (incluidos aquellos que no se consideran) y por consiguiente un posible referéndum de independencia debería ser votado por todos. Es España quien debe y tiene que tener la última palabra.