Tener un tic y disimularlo es una tarea complicada, que requiere de una fuerza de voluntad y constancia para controlar los impulsos que contraen los músculos. Sin embargo las personas no somos las únicas en tenerlos, algunas organizaciones también los padecen aunque traten de ocultarlos frente a la sociedad. Son organizaciones en cuyo interior hay poderosos músculos que intentan moverse y actuar a pesar de que la cabeza que dirige intente controlarlos para ofrecer una imagen externa serena y moderada. El problema surge cuando esa fuerza, encerrada durante tiempo en los músculos ideológicos, es tan poderosa que se impone, y ya no puede ser reprimida. Todo se complica aún más si desde el exterior no solo se aceptan esos tics, sino que se aplauden y se fomentan. Al final, lo que era una corriente oculta que intentaba ser reducida con esfuerzo, se impone y conquista al resto del organismo, que cada vez se siente más cómodo sin tener que esconder sus tics ante el regocijo y el ánimo de quienes de alguna manera se aprovecharán de los destrozos que esos movimientos convulsos provocarán. 

El Gobierno del PP ha dado rienda suelta a sus tics de derecha autoritaria arengada por el neoliberalismo salvaje, los mercados financieros, los especuladores y una cohorte de poderes fácticos que observan el estropicio a la espera de obtener algún tipo de beneficio. Los tics ya no pueden ser controlados, están desbocados y no atienden a las riendas ideológicas que pretendían ocultarlos bajo la apariencia del “centro-derecha” y del “liberalismo moderado y reformista”. Este Gobierno ha empezado a dar manotazos de derecha reaccionaria dentro de la amplia y hasta ahora segura casa de nuestro modelo autonómico y del Estado del Bienestar, y lo está destrozando todo, dejándolo patas arriba, mientras fuera esos poderes esperan que todo esté roto para entrar y hacer negocios con esas ruinas. Y lo peor es que cada día está más seguro y con menos miedos de mostrar a todos esos tics. Porque ya no cabe duda de que sus decisiones están ordenadas por ese músculo autoritario y de derecha reaccionaria que se siente más seguro que nunca. Tenemos aún fresco el último tic de este Gobierno del PP: la amenaza de ilegalización de una organización de consumidores y usuarios por hacer uso de su derecho a expresarse libremente y criticar la acción del ejecutivo, o lo que es igual, el aviso a navegantes de que ser crítico con sus decisiones tiene consecuencias graves. Pero estos tics también se dan en otras extremidades de ese cuerpo, sin ir más lejos en Andalucía hemos asistido a la amenaza velada del PP regional hacia el Defensor del Pueblo por que éste ejerce el papel y las funciones que nuestro Estatuto de Autonomía le otorga. Claro, cuando los poderosos aplauden tus tics, sienta muy mal que alguien levante su voz para decirte que no son buenos.

Son los últimos exponentes, pero estamos asistiendo a una progresiva intensificación de ese giro hacia una derecha extrema y autoritaria. El proyecto de reforma educativa del ministro Wert, que es una especie de serie ‘Cuéntame’ aplicada a la educación en este país, que provocará una regresión hacia un sistema arcaico y predemocrático donde no quedará ni rastro de la escuela pública ni de los valores de la igualdad y el respeto a la diversidad. Otro tic es el del ministro Gallardón con sus modificaciones del Código Penal en función de las encuestas de opinión pública y, sobre todo, con su propuesta de nueva Ley para regular el aborto y los argumentos absolutamente rechazables que ha esgrimido para justificarla, tras los cuales se oye el susurro en la sombra de actores conservadores comola Iglesia Católicao el ala más a la derecha del propio PP. Un largo etcétera que este Gobierno inauguró con la imposición unilateral, haciendo saltar por los aires el diálogo social en este país, de la reforma laboral más salvaje y perjudicial para los derechos de los trabajadores y trabajadoras, que con solo seis meses de vida nos está llevando al precipicio de los seis millones de personas desempleadas y a la libertad absoluta de las empresas para despedir y cambiar las condiciones laborales a su antojo. Fue la declaración de intenciones del ejecutivo central, aprobar no una reforma laboral sino una desregulación laboral.

Este Gobierno y el partido que lo sustenta han iniciado las convulsiones finales de sus músculos ideológicos, cuyo objetivo es destrozar el modelo de Estado y los pilares de los derechos sobre los que se asienta. Cuenta con la coartada perfecta, la crisis económica y las exigencias dela Unión Europea, pero no dicen que el timón europeo lo lleva la derecha europea. Así justifican las injusticias y agresiones a los derechos que están perpetrando en nuestro país, como si todo estuviera permitido con tal de cumplir con el dogma de fe neoliberal que es la reducción del déficit público. Estas exigencias impuestas, y que quieren mostrarnos como la única alternativa, conllevan sacrificios, lo que no nos dicen es que esos sacrificios serán para una parte de la sociedad, la misma de siempre, los trabajadores, las personas desempleadas, los pensionistas, los jóvenes… Tampoco nos dicen que mientras nos aprietan el cinturón hasta dejarnos sin respiración, otros tienen que hacerle más agujeros al suyo porque sus enormes barrigas de beneficios y negocio crecen cada día. De este modo, amparados en que hacen lo que les obligan a hacer y dando rienda suelta a sus tics autoritarios buscan alcanzar su gran objetivo, que no es otro que arruinar el Estado del Bienestar para después cambiar el modelo del Estado de las Autonomías. Es el círculo perfecto porque, por una parte, arruinando el modelo social que hemos conquistado en estas últimas tres décadas, el Gobierno paga a esos mercados y especuladores que quieren hacer negocio a costa de los derechos de la ciudadanía; por otra, siente el apoyo de esos poderes neoliberales para no ocultar por más tiempo sus tics, uno de ellos, e importante, es no haber asumido nunca el modelo de las Autonomías en este país, modelo que ha hecho posible desarrollar políticas sociales para favorecer la igualdad y equidad entre territorios y sus ciudadanos. Este Gobierno intenta asfixiar financieramente a esas Autonomías en las que en el fondo no cree para debilitarlas tanto que puedan ser desprestigiadas al máximo ante la ciudadanía y no haya contestación a un cambio en el modelo.

Lo están haciendo con Andalucía: cerrando el grifo de la financiación pretenden secar el autogobierno de manera que tengamos que ceder nuestra soberanía a un Estado centralizado en manos de la derecha. El Gobierno del PP, con el beneplácito de la dirección regional del partido, quiere borrar de la historia de Andalucía algunas fechas que no le gustan bajo excusas aparentemente económicas y de estabilidad financiera. Molesta, y mucho, nuestra capacidad de autogobierno, y todavía más desde que los andaluces y andaluzas expresamos nuestra voluntad en las pasadas elecciones autonómicas, y no la que pretendían que expresáramos. Es algo que aún no han asumido, por eso la ciudadanía andaluza debe rebelarse y defender su capacidad de autogobierno, exigiendo que se respete lo que decidió en las urnas el pasado 25-M pero también aquel no tan lejano 28-F. No pueden borrarnos esas fechas del calendario de nuestra Autonomía a golpes de tics autoritarios. Cuando eso sucede, la mejor medicina que existe para anularlos es la libertad y la rebeldía.

Francisco Carbonero

Secretario General de CC.OO de Andalucía