El Antiguo Convento Catering, empresa gestora de los espacios gastronómico de Torre Espacio, ha conseguido en apenas un año dotar a Espacio 33 de una cocina con identidad propia de la mano del chef Daniel Napal. “No es ni nouvelle cousine, ni cocina experimental, sino una gastronomía sencillamente exquisita basada en las mejores materias primas”. Una máxima que ahora Napal lleva a su punto culmen abogando por pequeños productores locales, apasionados de sus oficios que mantienen la tradición familiar a lo largo de generaciones.

Cada mes se incorporarán a la carta cuatro platos elaborados con los productos de cuatro artesanos de la gastronomía. En octubre llegan hasta el restaurante más alto de Madrid los huevos procedentes de la localidad abulense de El Barraco, donde la familia Redondo cuenta con una granja avícola, en la que sus gallinas se alimentan de forma natural, se relajan con música clásica, duermen ocho horas y conviven en amplios espacios; carnes del ganado de La Finca de la familia Jiménez Barbero que a lo largo de tres generaciones ha criado las vacas y bueyes en el entorno natural de la Sierra de Guadarrama o los quesos de La Jarradilla que el joven matrimonio formado por María Martínez y Álvaro Carral elaboran con leche de sus propias vacas, siguiendo la receta tradicional del queso pasiego y en un proceso manual totalmente exento de robótica. Sin olvidarnos de las verduras que Frutas Eloy lleva cada día al restaurante directamente desde su lugar de cultivo, sin pasar por las grandes superficies. Materias primas que Napal ensalza, sin enmascarar su sabor, en sus cuatro nuevas recetas: lomo de buey de La Finca con gnoquis a la barbacoa de enebro y piñones, los huevos de gallinas felices a 63º con boniato, tocineta ibérica y un golpe de trufa, morteruelo de caza con queso deLa Jarradilla y gratén de verduras de temporada.

Una pasión por el producto que se aprecia desde el tradicional aperitivo madrileño con vermú de elaboración artesanal de la casa Izaguirre acompañado de aceitunas gordal traídas de Aragón, hasta pequeños detalles como el aceite de oliva Picual de Castillo de Canena, envasada previo pedido, o sal gris procedente del Delta del Ebro. Y por supuesto, también queda patente en sus nuevos platos de otoño como el arroz venere con manitas, la ensalada de otoño con verduritas y perdiz escabechada o el lomo de merluza con pesto de tomate. Sin duda, una gastronomía que cada temporada sorprenderá a los clientes del restaurante más alto de la capital.