El año 2012 ha continuado la senda negativa para el trabajo autónomo en nuestro país que comenzó ya a finales del año 2007. Un largo periodo de crecimiento negativo y de difíciles condiciones de vida y trabajo para un colectivo que sufre las consecuencias de la situación económica  de forma especialmente sensible.

Sebastián Reyna
Sebastián Reyna

Nos tememos que el año que nos espera y que ahora comienza no va a ser precisamente positivo. La restricción del consumo interno, la falta de crédito y los ajustes presupuestarios, así como un aumento del esfuerzo fiscal, continuarán, y en esas condiciones no será fácil modificar el trayecto que en estos momentos vivimos.

Como muchos políticos insisten en declarar, serán una vez más los autónomos con su esfuerzo los que podrán abordar un cambio de ciclo, pero para ello necesitamos de cambios profundos en las políticas económicas que en estos momentos se desarrollan y esas políticas no están sólo en manos de nuestros gobernantes, sino en las de Europa y más bien en las de los controladores del mercado financiero internacional. Los autónomos tiraremos de la economía, en la medida que la economía de señales de que tiene voluntad de recuperación.

En 2012 además determinadas decisiones políticas nos han complicado aún más la existencia, a pesar de que también hay algunos aspectos positivos que debemos recordar.

En la parte negativa de la balanza es protagonista el incremento de los tipos del IVA y particularmente la eliminación de determinados tipos reducidos que afectan a actividades en las que son protagonistas los trabajadores por cuenta propia, buena prueba de ello es el caso del sector  de la hostelería o la peluquería, que han visto sus costes incrementados de forma muy significativa.

Tampoco podemos olvidar la desproporcionada subida de las retenciones en el IRPF para los profesionales hasta el 21% en este año, que reduce la liquidez disponible en un momento de difícil supervivencia para la mayoría de despachos profesionales.

La actualización por debajo del IPC de noviembre de las pensiones condena a más de 1.800.000 autónomos pensionistas a renunciar parcialmente a la paga compensatoria en 154 euros y a un detrimento en su pensión media de 75 euros mensuales en 2013.

Tampoco la evolución de las prestaciones por cese de actividad ha sido positiva en este año, con más de un 80% de resoluciones denegatorias. Sin que todavía nadie haya dado una explicación oficial. Y ya no hagamos referencia a las partidas presupuestarias dirigidas al fomento del emprendimiento, que en caso de no haber desaparecido en buena parte de las CCAA, se han visto en todo caso muy reducidas.

Pero también hay aspectos positivos. En el ámbito de la Administración General del Estado subrayo tres aspectos importantes:

Por una parte, la ampliación de la posibilidad del pago único del 100% de la capitalización por desempleo para los jóvenes, que debería trasladarse a otros colectivos, pero que al menos cubre una aspiración ya reivindicada hace años por el colectivo. Las bonificaciones de cuotas a la Seguridad Social en el 50% para los autónomos colaboradores ha sido también una decisión acertada que puede ayudar a muchas familias titulares de actividades económicas.

Por otra parte, el reconocimiento de que sean las propias asociaciones de autónomos las que participen directamente en el diseño de la formación profesional ha sido una decisión justa, que si bien no ha sido aplicada todavía este año, al menos nos ofrece mayor capacidad de acción en años venideros. Esta última decisión deberá extenderse a todos los ámbitos de las acciones encaminadas a fomentar el trabajo autónomo y generalizarse en el conjunto de las Administraciones.

Por último, el Plan de Pago a Proveedores ha sido una buena decisión anticrisis que ha permitido inyectar algo de liquidez al mercado, aunque nos tememos que 2013 volverá a ser un año de larga e intensa morosidad de las administraciones, como ya se viene demostrando.

Sebastián Reyna Fernández, secretario general de UPTA España