Uno de los fenómenos más característicos de esta primera década del siglo XXI es el fuerte proceso de globalización y mundialización de la economía internacional, lo que conlleva una fuerte interrelación de las economías y una aceleración de los flujos monetarios y comerciales. El desarrollo del multilateralismo es fruto de los acuerdos de la Ronda de Doha puesto en marcha por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Andalucía no se ha quedado al margen de este proceso y ha experimentado de lleno los efectos de este intenso proceso de desarrollo de las relaciones económicas y comerciales.

El comercio internacional ha jugado un papel relevante a lo largo de la historia de Andalucía. Tras su incorporación a la Corona de Castilla, con la culminación de la Reconquista, Andalucía deja tras de sí un esplendoroso pasado como uno de los grandes centros económicos y culturales de la Edad Media y va a configurarse como ‘frontera sur' del Occidente europeo y la cristiandad frente al mundo africano y el Islam. Por otra parte, con el descubrimiento del Nuevo Mundo, Andalucía se convierte en el punto de partida y retorno de las expediciones hacia las tierras de ultramar. Esta situación privilegiada (puente y nexo de unión entre continentes y culturas) para el intercambio y la relación, permitirán a Andalucía ocupar y mantener una situación descollante mientras el Mediterráneo sea centro económico y comercial y mientras mantenga el monopolio sevillano y gaditano en la Carrera de las Indias. Con la Revolución industrial y la independencia de la América Española, Andalucía perderá su condición de encrucijada al desplazarse el centro económico hacia el norte y centro de Europa, con lo que se iniciará un proceso de decadencia cuyo resultado será la configuración de nuestra región como periferia hispana y europea.

La condición periférica de Andalucía ha venido marcada muy especialmente por su relativo aislamiento, a causa de su ortografía y de su particular situación geográfica, muy alejada de los centros de decisión e inversión europeos y nacionales, permaneciendo en una situación cuasi insular hasta nuestros días, con una articulación elemental y deficientes comunicaciones con el resto de la nación y por ende con Europa. Esta situación de atraso y dependencia económica de Andalucía ha empezado a cambiar, poco a poco, debido a su incorporación a la Unión Europea en 1986 y a la puesta en marcha de su autonomía.

Una de las característica más sobresaliente del comercio exterior andaluz es su baja participación en el conjunto nacional, representando tan sólo el 9,3 %, cuando es  la región más poblada y la segunda más extensa, con el 17,3 % del territorio nacional. Andalucía ocupó en el año 2006 el quinto puesto en el ranking de exportación nacional, por detrás de Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid y País Vascos. La causa de esta baja participación se encuentra en los desequilibrios económicos que presenta el tejido productivo andaluz. La estructura productiva de Andalucía, comparada con la española y Zona Euro muestra cierto desequilibrio en el sector de la construcción, de bastante mayor importancia en Andalucía que en el resto de la Zona Euro y en la media nacional, y también en el sector industrial, en el que Andalucía tiene menor peso que otras zonas comparadas.

En cuanto a la estructura de las exportaciones andaluzas, esta se concentra en pocos apartados: los productos del reino vegetal acaparan más del 23% de las exportaciones, seguida por metales comunes y manufacturas con el 15,2% y combustibles con el 12,2 %. En suma, Andalucía se ha especializado en aquellas exportaciones que suponen la localización de plantas industriales dedicadas a la exportación y productos agrarios y extractivos. Se observa, sin embargo, como carencia significativa las reducidas exportaciones en la sección de equipos industriales. En cuanto a las importaciones, el grueso está compuesto por combustibles y lubricantes procedentes de Nigeria, Arabia Saudita, Rusia e Italia.

El destino de las exportaciones andaluzas en el año 2006 se concentran, principalmente, en los países que forman la Unión Europa, acaparando el 59,5 %. El resto de Europa acapara el 5,2% y América central un 5,5 %  de estas exportaciones, mientras que América del Norte se dirige el 4,2 %, a África del Norte el 3, 6 % y al resto del mundo el 21,9 % de las mismas. Por tanto, las exportaciones andaluzas tienen que buscar nuevos mercados, sobre todo, en los países emergentes (EE.UU, China, India y México).

La balanza comercial andaluza, es decir, la diferencia entre el valor de las exportaciones e importaciones, presenta una tendencia creciente al déficit que superó los 6.000 millones de euros en el año 2006. La fuerte dependencia del capítulo de carburante y lubricante marca el fuerte déficit de su balanza comercial. Por provincia, Cádiz se ha configurado como la provincia más exportadora, representando el 36,7 % de las exportaciones andaluzas. En el años 2006 las exportaciones experimentaron un aumento generalizado en casi todas las provincias, salvo en Jaén y Málaga. Por tanto, se observa como existe un alto grado de concentración de las exportaciones, así como la existencia de dos áreas con comportamientos diferentes, que representan otras tantas realidades económicas distintas. En efecto, las exportaciones andaluzas tienden a concentrarse en las provincias occidentales, observándose un reforzamiento de las mismas en el triángulo de Sevilla, Cádiz y Huelva.

El instrumento principal con que cuenta la Junta de Andalucía para llevar a cabo su política comercial exterior es la Agencia Andaluza de Promoción Exterior (Extenda), la cual cuenta con 18 unidades de promoción de negocio abierta en el extranjero: Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Chile, China, EE.UU., Francia, Hungría, Japón, Marrueco, México, Polonia, Reino Unido, República Checa y Rusia. En la actualidad, Extenda, a puesto en marcha el III Plan para la Internalización de la Empresa Andaluza (2007 – 2010) que cuenta con     un presupuesto de 116 millones de euros. Entre sus objetivos cabe destacar que un mayor número de empresas orienten su producción hacia el mercado exterior, intentando alcan- zar que en el año 2010, que 9.500 empresas andaluza tengan vocación exportadora.

Por tanto, el tejido empresarial andaluz tiene que tomar conciencia que la especialización productiva y la externalización de su producción es de vital importancia para que Andalucía pueda ser una región desarrollada y competitiva en el marco de la Unión Europea.