Los inversores bursátiles están acostumbrados a asumir lo que se conoce como riesgo de mercado (market risk). Este riesgo financiero, connatural a la renta variable, contempla la variabilidad de las condiciones del mercado en cuanto a precios, tipos de interés y tipos de cambio se refiere. En este sentido, una posible fluctuación en cualquiera de estas tres variables puede incidir, significativamente, en el valor de una posición inversora. En efecto, el riesgo de mercado afecta a todos los títulos que cotizan en el mercado continuo por el mero hecho de hacerlo. Se trata pues de un riesgo no diversificable, a diferencia del denominado riesgo específico del título, el cual se atribuye a características inherentes a la propia empresa. Tradicionalmente, el riesgo de mercado se mide a través del parámetro ß, el cual nos indica la sensibilidad de las acciones a los vaivenes bursátiles, traducidos en movimientos del índice. A modo de ejemplo, podríamos equiparar los garbanzos que flotan en un caldo a los títulos cotizados de manera que si agitásemos el caldo (mercado) éstos se moverían más o menos según su capacidad reactiva ante dicho movimiento (ß).

Los llamados efectos contagio, constituyen un claro exponente del citado riesgo de precios. Y es que, en economías cada vez más globalizadas, las crisis en países emergentes (latinoamericanos, asiáticos…) se dejan sentir en los principales parqués de mundo. Basta recordar, entre otros, el denominado ‘efecto tequila', motivado por la crisis mexicana, el ‘efecto tango', inducido desde Argentina, etc.; todos ellos produjeron, en su momento,  importantes correcciones valorativas en el IBEX-35.

Pero, sin duda, el reciente ‘efecto Astroc', que ha propiciado la segunda mayor caída del selectivo español en lo que va de año, constituye también un buen ejemplo al respecto, como se ilustra en el gráfico que aparece en esta página.

Para analizar dicho fenómeno debemos retrotraernos al pasado mes de abril, concretamente el día 24, cuando la inmobiliaria valenciana Astroc se hunde en el mercado, registrando una pérdida del 9,5%. Sin embargo, ésta no era la única depreciación que sufría el valor en 2007; a finales de febrero la acción pasaba de cotizar a 72,6 euros a hacerlo a menos de 15. Las explicaciones a dicho comportamiento hay que buscarlas en la sobrevaloración de la propia acción, alimentada, desde su salida a Bolsa en 2006, por la participación de afamados inversores como Amancio Ortega y por unas altas expectativas que, a la postre, se han visto erosionadas por la desaceleración del mercado de la vivienda.

Lo cierto es que el desplome de Astroc arrastró, primero, al resto de las inmobiliarias, luego a las constructoras y, finalmente al mercado. El balance: una pérdida de más de 600 puntos en el IBEX, esto es, una caída del 4,49% en cinco sesiones. En la tabla adjunta resumimos las principales pérdidas registradas por distintos valores del sector inmobiliario tras el derrumbe de Astroc.

De la observación de la tabla se desprende la distinta sensibilidad de los valores a la inercia bajista. Así pues, entre los más castigados destacan Urbas y Montebalito, debido a su carácter especulativo, mientras que el severo ajuste de Colonial e Inmocaral vendría inducido por las dudas sobre su futuro modelo de negocio. En el otro extremo, los títulos menos reactivos demostraron ser Parquesol, Renta Corporación, Metrovacesa y Urbis. Pero el fenómeno Astroc sorprendió también a  constructoras, FCC perdió un 6,7% de su valor, y a bancos como el Pastor (-6,3%), Bankinter (-5,2%) o Sabadell (-5,1%), por citar aquéllos valores peor parados.

Llegados a este punto, habría que preguntarse si el fenómeno Astroc representa una correción puntual de los valores inmobiliarios o si, por el contrario, estamos viendo sólo la punta de un iceberg. Lo que parece obvio es que el mercado inmobiliario español está inmerso en un proceso de clara desaceleración y hasta la fecha, quizás alentado por los movimientos corporativos (OPAS, compras, fusiones), ello no había tenido su correspondiente traslación bursátil como finalmente parece haber ocurrido. Mi consejo no puede sino basarse en la prudencia a la hora de colocar el dinero en las inversiones inmobiliarias, ya sean físicas o financieras. De hecho, los grandes bancos de inversión internacionales ya han puesto a nuestro país en cuarentena y, recuerden, cuando el río suena…