Creía, ¡iluso de mí!, que los políticos están para prevenir problemas no para crearlos. Pensaba también, (lección equivocada de mi época de trabajo con Adolfo Suárez), que debían anteponerse "Políticas de Estado" a intereses meramente electoralistas o circunstanciales, la Sevilla que nos ocupa se empeña en demostrarnos diariamente lo contrario. Son varios años escribiendo sobre comunicación, en esta ocasión y con permiso de mi editor, el artículo está destinado a la comunicación viaria, dada su gravedad.

Varios lectores y amigos, de los que gustan, mejor "gustaban" pasear por la ciudad, me alertan del miedo que han cogido a sus largos paseos por el caos "ciudadano" que han generado los carríles bicis, convertidos para algunos en "bicis – traumas".

Si damos un paseo imaginario a dos pedales por ciudades como Londres, París o Amsterdam, por poner unos ejemplos, nos encontramos con carriles bicis bien preparados, un ayuntamiento promoviendo y asesorando trayectos (Londres); más de 300 kilómetros en el "París Respire", para visitar turísticamente la ciudad, con zonas peatonales, cerradas a las bicicletas, y otras calles abiertas solo a peatones y bicis los domingos. Por no hablar de Amsterdam, legendaria ciudad a favor de la bicicleta, donde se dice que hay más bicicletas que habitantes, amigable con el entorno, ecológica y sostenible, porque hace posible en sus organizados carriles o bici sendas, la circulación de un parque de más de medio millón de unidades, con aparcamientos ad hoc, servicios de atención y reparación y donde se implica toda la ciudad formativa e informativamente. Pero Sevilla es diferente, "Sevilla tiene un color especial…".

Cabe preguntarse si el concejal de la sostenibilidad y nuestro primer edil, que parecen empeñados en convertir en enemigos a los amigos, hicieron un estudio coherente y posible sobre por dónde podían construirse los carriles bicis sin perjudicar a transeúntes, y a la circulación. Más bien parece lo contrario, se han decidido por la construcción indiscriminada de carriles aunque eso suponga disminuir aparcamientos, estrechar arterias de la ciudad o convertirlas en sentido único, con calles donde apenas puedan maniobrar autobuses o zonas donde el carril bici deje sin zona peatonal al paseante. Y es que el peatón parece ser ciudadano no sostenible. Item más habría que preguntarse primero si Sevilla estaba preparada para este aluvión y sus jóvenes y ciclistas formados para esta "sostenibilidad". La realidad cotidiana nos muestra que no. Se circula anárquicamente por zonas peatonales, posibilitado por carriles que de pronto desaparecen, acostumbrándose el ciclista a la anarquía y a circular por cualquier lado, generando inseguridad en el sevillano o visitante de a pie. A mayor abundamiento, no se respetan semáforos, ni lugares de ocio, jardines, zonas infantiles, etc. Y como no hay a qué propietario multar, ni a quién asegurar, pues "¡viva la sostenibilidad!". Antiguamente las bicicletas se matriculaban, era una garantía para la propiedad, y para el viandante. ¿No deberían de haber creado nuestros munícipes para sostenerse y ser sostenibles,  primero, las condiciones formativas e informativas previas a lanzarse a esta aventura?. ¿No deberían de haber prevenido los riesgos para no convertir en negativo algo que es positivo para una ciudad más ecológica?, ¿no es eso lo que es exigible a los servidores públicos?… ¿Dónde están esas campañas que prevengan sobre por dónde circular, asesoren de las rutas aconsejables, del estado de las bicicletas y la ubicación de lugares para reparar o a asegurar al usuario y/o paseante?… El caos actual está asegurado, el carrilciclista se ha convertido en un conductor agresivo, que no respeta las normas de convivencia, y al que no se le puede pedir, siquiera rogar, que respete señales o el semáforo sin que te "mande a la mierda" o a un sitio peor, acordándose de tu progenitora. De ahí que "¡apresúrese a pasear por Sevilla, no sea demasiado tarde!"; pues mucho me temo que la máxima de Shakespeare: "el sabio no se sienta a lamentarse, sino que se pone alegremente a repararlo" es algo que no va con los munícipes de la sostenibilidad, porque hacen oídos sordos a los lamentos de los ciudadanos.