Ha sido bien recibida por el momento, en términos de audiencia, la supresión de publicidad en la televisión pública nacional. Era de esperar en tanto la saturación publicitaria y su consecuente pérdida de eficiencia, que ha acarreado otras fórmulas imaginativas y búsquedas de nuevos horizontes publicitarios, lo aventuraban. Empero, a la TVE, que ya terminó el año recuperando índices respecto a las privadas, se le han amargado los dulces. Empezó el primer día del año sin publicidad, doblando los registros de privadas y autonómicas. En las dos primeras semanas la Primera creció 2,9 puntos, superando a Telecinco en 5,3 puntos y a Antena 3 en 7. Eran demasiado buenas noticias, para una RTVE, que no se ha distinguido en los últimos tiempos por informaciones positivas sobre sí misma. El nuevo Director General amenazó de dimisión por los cambios operados en la dirección de TVE, que no tuvo apoyo inicial de los consejeros cuota-políticos de la corporación. Como a perro flaco…, ya se sabe, conviene recordar la situación comercial – presupuestaria de la nueva situación.

La TVE deja libre 500 millones que deberán recoger en gran parte las autonómicas y privadas. Quedando la financiación de RTVE dependiendo de los 550 millones de aportación estatal, 213 de tasas de utilización del espacio radioeléctrico, 30-40 de ingresos por comercialización de productos, y esta es la gran novedad y mayor polémica,  un 3% de ingresos de cadenas privadas generalistas, un 1,5% de privadas de pago, (en total 100 millones) y un 0,9% de tasas de la facturación de las empresas de telecomunicación (300 millones). Cantidades que la Comisión Europea ha recomendado no recaudar pues ve serias dudas sobre la legalidad de dichos estipendios por impuestos.

El expediente abierto ofrece dudas sobre esta nueva modalidad de financiación, por lo que recomienda que no se cobre por el momento. Lo curioso es que coincidará la decisión con el estreno del Comisario de Competencia, el exministro español y hasta ahora representante en Bruselas de asuntos económicos, Joaquín Almunia. A cualquier observador, por poco avispado que sea, le asalta la pregunta, ¿no debería el gobierno haberse asegurado una decisión, con las consultas previas pertinentes, antes de arriesgarse a que le echen para atrás su estrategia de sostenimiento económico?…

El nuevo modelo de financiación obliga a un nuevo modelo de contenidos programáticos públicos, la puesta por el aumento de información, así lo denotan. Pero esta apuesta ha traído un nuevo contratiempo, impensable e inadmisible que ha llevado al despacho general otra polémica. Tal ha sido la emisión en las primeras horas de la catástrofe de Haití, de imágenes falsas, y que obedecían a otro suceso menor que nada tenía que ver con aquel.

La parte de la tarta publicitaria liberada por TVE debe repercutir en la disminución de la saturación ante el aumento de tarifas. Nuestra televisión autonómica, con la intención de atraer el excedente oficializó inicialmente el abaratamiento. Su Director General, Pablo Carrasco que llegó a la profesión mediática desde sus estudios de informática, espera "que parte de los anunciantes que no pueden acudir a TVE vengan a Canal Sur". En una entrevista a Diario de Sevilla (10 de enero de 2010), aseguró que "no es posible quitar la publicidad con el modelo actual de empresa y de contenidos. Sólo se podría hacer si se garantizan fondos alternativos.

En caso contrario habría que transformar la RTVA de tal manera que sería otra empresa distinta". Estoy de acuerdo con el compañero profesor Diaz Nosty, "las cadenas autonómicas que no pagan – no van a pagar – el 3% de su ingresos a TVE, deberían ir pensando en soluciones que la alejen de los modelos comerciales". Sus actuales estrategias son más propias del "ancien régime", y no olvidemos que Canal Sur surgió de la imitación del modelo "ancien régime" de Televisión Española.