Si exceptuamos el grito silencioso contra ETA por el asesinato de Jiménez Becerril y su esposa, y la protesta contra el 11 M, ambas por encima de 300.000, la manifestación cívica por un "Betis Libre y de los béticos", fue la segunda gran manifestación de color verde y blanco que recorrió multitudinariamente las calles de Sevilla (60.000 según fuentes oficiales) tras el 4 de diciembre de 1977 en que los sevillanos se reunieron en 500.000 gargantas, para reclamar la autonomía con los colores de su bandera. Y superó en números (ver hemerotecas) la protagonizada por los aficionados del Sevilla en agosto de 1995 para evitar el descenso administrativo. En esta ocasión la reivindicación era para pedir al accionista de poco más del 50% de la Sociedad Deportiva que deje al centenario club en paz, libre en lo económico, deportivo, institucional y mediático. El Real Betis, pasado, presente y futuro salió a la calle en un ejemplo de civismo, festivo, doloroso, profundo sentimiento de "algo más allá de un club deportivo", que ponía un nudo en las gargantas y emoción en los corazones para abrir una nueva historia que enlazaba con el "manque pierda", con la inmortalización de un Betis, con nombre de cultura romana y apertura a nuevos mundos, su río. Que recordaba -para bochornos de advenedizos y negociantes bajo las faldas "barriobajas" de un mandamás donde no tienen voz, no tienen palabra, acaso ahora ni dignidad y casi ni nombre-, aquel inmortal presidente Sánchez Mejías en las odas del mayor poeta exterior de letra hispana, Federico García Lorca. O aquel que consiguiera el mayor patrimonio para el belicismo, el estadio, Benito Villamarín, siendo testigo Alfonso Jaramillo, hoy historia viva a sus 95 años, y ejemplo de entrega "gratis et amore" de beticismo. Y en este sentir se juntaron veteranos futbolistas, peñas, prohombres de la cultura, la política, y la vida social en general, con los béticos de a pie y los niños ilusionados con sus camisetas y pancartas al frente, pese al descenso. Cambiando lágrimas por la esperanza de sus colores y su futuro.

El Real Betis reunió más gente para decir, "el betis somos nosotros", que para celebrar un triunfo deportivo, para lanzar un mensaje de dignidad"… aquí estamos todos porque somos el Betis, porque nos duele su deterioro social, institucional, económico y deportivo. Estamos aquí para decir con voz alta y clara que el millón de personas que respiramos en verdiblanco somos el único patrimonio del todavía Real Betis Balompié; y tal vez lo único que queda del Betis de siempre: su alma, su esencia…". Y es que el consejo de administración (de aquellos polvos de la ley de 1990 de sociedades anónimas deportivas y subsiguientes, vienen estos lodos) y su presidente – ordeno y mando – al frente, vienen incurriendo en demasiados incumplimientos con la legislación vigente mercantil y "presuntamente penal". El juzgado de lo mercantil los ha condenado por no respetar los derechos minoritarios; se ha obligado asimismo a devolver 3.807 acciones secuestradas con engaños, a sus legítimos propietarios. La Audiencia Provincial de Sevilla ha desestimado los recursos de Lopera ante la denuncia por presunta comisión de delitos societarios, apropiación indebida y despatrimonialización del Real Betis Balompié, por lo que continúa la investigación en el Juzgado nº 6. Y todo ello por no recordar la condena por fraude a la hacienda pública, que hipoteca para su pago parte del patrimonio bético, tras las inspecciones de unos pocos ejercicios. Y ahora hablemos de economía en una revista de empresa. Tras el entramado de "cuasiempresas" de traspaso de gestiones (con escasos o nulos trabajadores) nos encontramos que no ha constado (ver informe de por "nuestro betis", de "béticos por el Villamarín" o de "juristas béticos") cuentas del 2006 y 2007, tampoco las pérdidas de explotación en ese ejercicio de 6,73 millones. No se hacen públicas las deudas con hacienda, cifrada en su totalidad en 47 millones. Ni la hipoteca unilateral de parte del estadio o parte de los derechos federativos de los jugadores que han de engrosar las arcas públicas. Todo esto y más es lo que ha unido a los béticos para decir "aquí estamos todos", y pedir un "plan de salvación" sin las actuales caras, que de posibilidad a los béticos a recuperar el club sabiendo su verdadera situación y valor. Con otros rostros buenos, honrosos y sobrados. Para recuperar el color verde de los campos y blancos de las casas. La esperanza y la limpieza. Y mientras tanto a la usurpada "Radio Betis", ejemplo de desinformación, el máximo accionista no le compró pilas a la calculadora, y contaron nada más que 1.500 béticos. Habrá que pedir la intervención de oficio del Consejo Audiovisual ante la manifiesta falta de pluralidad de un medio de comunicación.