Recién aprobada la Ley de Memoria Histórica, conviene recordar episodios más cercanos y no circunscribirnos necesariamente a las dos Españas enfrentadas cruentamente. Nos lo evoca magníficamente la serie de Documental de Victoria Prego ‘la Transición' o la dramatizada ‘Cuéntame', en cuyo últimos episodios veíamos al torturador de la Dirección General de Seguridad, ‘Billy el Niño', la tristemente célebre DGS de la Puerta del Sol y sus potros de torturas medievales. Este personaje cuando en la Universidad detenía a alguien preguntaba por ‘el rubio sevillano' de la Facultad de Comunicación de Madrid. Esta es mi memoria histórica particular de militante antifranquista, con sábanas atadas en lo balcones por si venían a detenerte, o escapándome de la Brigada Político Social, de la Guardia Civil o el ejército cuando arengábamos en las calles, en el metro, sacábamos una pancarta, convocábamos una huelga por la libertad, o escapábamos de los disparos de un ‘setmen' en Plaza de Castilla por pintar consignas a favor de la Junta Democrática. Estas cosas sí conviene recordarlas para que las generaciones jóvenes o nuestros alumnos, valoren lo que es vivir en democracia, o sencillamente no tener que entrar en la Universidad con el carnet en la boca, flanqueados por ‘grises con metralleta'.

‘Cuéntame' lo relata gráficamente con cargos franquistas preparándose para cambiar de chaqueta súbitamente. El propio Juan Luís Cebrián, uno de los artífices del gran periódico de la transición ‘El País', colaboraba en los arbores de la transición con la prensa franquista. Como muchos vinculados rápidamente a cargos en el PSOE que nos daban lecciones de democracia y lo reconocíamos desde el otro lado de la represión.

Cuando la prensa todavía se reproducía con letras de plomo, el periodismo era menos de diseño y la información libre estaba secuestrada por la desinformación de la dictadura, usábamos para comunicarnos con los ciudadanos las rudimentarias ‘vietnamitas', unos artilugios caseros, basados en una tela estirada, una paleta manchada de tinta que pasaba una y otra vez sobre el panfleto, pasquín, o periódico militante, que distribuíamos con notable riesgo personal por las calles, con la piernas siempre en tensión para poner pies en polvorosa.

Hace unos días, la ‘Asociación por la Memoria Histórica del Partido del Trabajo de España y la Joven Guardia Roja' celebró un encuentro en Sevilla, similar a otro anterior en Madrid, reuniendo a antiguos militantes con el objetivo de recuperar documentos, archivos gráficos, de prensa y audiovisuales y conservarlos para el acceso público para que futuras generaciones puedan conocer como era la lucha militante durante la dictadura de Franco. Iniciativa loable. En este encuentro estuve dialogando con el cineasta Benito Zambrano que preparaba una película sobre el movimiento campesino andaluz. En la Exposición del evento pudimos recordar las luchas del Sindicato Unificado de Trabajadores, (CSUT), de la Asociación Democrática de la Mujer (ADM), del Sindicato Democrático de Soldados, del Sindicato de Obreros del Campo (SOC) o de la Joven Guardia Roja, muy activa en la Universidad. Todas ellas realizaron una labor importante de movilización que puso su grano de arena para la desestabilización del régimen. El Partido del Trabajo fue una organización que consideraba la democracia como un paso ineludible hacia el socialismo marxista. Algo que no desdeñaba el propio PSOE, hasta que González dijera aquello de que el Partido Socialista era antes Socialista que Marxista, defenestrando a los Bustélidos (Francisco Bustelo), a los Castellanos (Pablo Castellano), o Llorentinos (Gómez Llorente).

El Partido del Trabajo pertenecía a la Junta Democrática, donde estaban si no recuerdo mal, Carlistas democráticos, el abogado García Trevijano, Tierno Galván y su PSP, Satrústegui, el Director del secuestrado diario Madrid Calvo Serer y otras personalidades por la Democracia Parlamentaria. En la Plataforma de Convergencia Democrática se encontraban organizaciones como la ORT, el PSOE, o el Partido Comunista. Ambas se unirían en la Platajunta, con la idea de liderar el paso a una transición democrática, y aunque no consiguieran este liderazgo si fue básica para hacer posible la Transición del Régimen a un Estado Democrático que abanderó finalmente Adolfo Suárez. En el encuentro sevillano pudimos saludarnos con los nombres propios, (entonces utilizábamos nombres ficticios, de ‘guerra', para despistar a la policía y soplones), personas de la comunicación, de la universidad, de la empresa, de la ecología, del movimiento sindical o de la política actual.

Estas líneas quieren ser un homenaje modesto, con la ley de la memoria histórica calentita, a todos aquellos luchadores que quisieron ponerse a la cabeza de la manifestación, incluso organizándolas, con la ilusión de que un día pudiéramos opinar libremente. No todos tuvimos la misma suerte de poder terminar los estudios, muchos, detenidos y torturados, pasaron varios años en la cárcel, y otros jóvenes como Javier Verdejo, murieron a tiros por querer pintar en una pared ‘Pan Trabajo y Libertad', Javier solo pudo escribrir ‘Pan T…'. Mientras tanto en su memoria e ilusionándonos con un país mejor cantábamos con Labordeta aquello de "… habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad".n

fsegundo@iberpar.com