Ha vuelto a aparecer por los medios, José María García, ‘el butanito’. Lo ha hecho en el programa de Buenafuente, reivindicando como siempre. “El poder actualmente y también el de determinados medios no quiere periodistas, quiere amanuenses que escriban al dictado… ya no se investiga apenas en el Periodismo, por ejemplo nadie averigua de donde procede el dinero de Lopera y cuánto realmente ha puesto en el Real Betis”. García ha manifestado que volvería pero a la información general, tras ganarle el partido al cáncer, si se le garantiza la independencia y la pluralidad. No lo tiene fácil con la que está cayendo.

Por citar algunos ejemplos recientes, recordemos: Acebes y Piqué salen escoltados de una convocatoria en Cataluña, a Fraga le boicotea la lección inaugural de la Universidad de Granada un ‘Sindicato de Estudiantes’, en el encuentro de selecciones catalana y vasca de fútbol se grita “españoles hijos de puta”, se intenta reprobar al Defensor del Pueblo Enrique Múgica (insigne socialista histórico antifranquista) por ejercer sus funciones y al que ha defendido el propio Alfonso Guerra, el representante gubernamental Moraleda afirma que se seguirá de cerca a la prensa que da juego al PP en la crítica a las negociaciones con ETA. Hay muchos más ejemplos, pero creo que son suficientes para entender el mal clima social con respecto a la libertad de expresión tan mal tratada en estos tiempos y al clima de violencia, que sin duda tiene origen en la mala educación que nace en un sistema educativo que de reforma en reforma va hacia un camino manifiestamente empeorable. Y no me refiero a la etapa superior de enseñanza sino a las anteriores y más básicas que han perdido el respeto al educador docente y al educador familiar, muy probablemente por errores de todos.

Los resultados los vemos en campos de fútbol o en campus universitarios, tradicionalmente, bastiones de las libres opiniones, del espíritu deportivo y del contraste de pareceres desde el sentimiento abierto que se supone al ‘universitas’. Y no son suficientes los ‘histrionismos o los insultos’ de Jiménez Losantos para atacar a un medio radiofónico y de rondón a un periódico, sin comprender de paso que son ataques a la libre expresión que tiene, como todo, su límite en el código penal y civil.

Otros males afectan a la prensa en el mismo orden de cosas: el intervencionismo respecto a lo tolerable y no tolerable; la intromisión directa de las fuentes interesadas en las plumas -ordenadores- de los periodistas sin los debidos contrastes de opiniones ni del análisis de la veracidad, imbuidos por escasos recursos humanos en las redacciones o por el poder del grupo mediático en cuestión. Lo han demostrado estudiantes de periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid, en un estudio sobre el uso de las fuentes en el País, el Mundo, ABC, la Vanguardia y la Razón y en base a 6.162 textos informativos. Con independencia de la diferencia entre unos medios y otros, más del 50% de la información afectaba a los intereses de la propia fuente emisora y en términos medios, el 46,50% no tenía réplica de otras fuentes.

En la lección inaugural de la Facultad de Comunicación de Sevilla en el presente curso, la directora general del ente público RTVE, Carmen Cafarel, pronunció un interesante discurso acerca del Plan Estratégico de la futura Corporación de RTVE. Para dos años y medio de mandato, por orden expresa del presidente Zapatero, no ha sido poca cosa abordar la forma de gestión, la elección, la financiación, los contenidos y la innovación tecnológica (temas que merecerían una consideración aparte en esta página). Y todo ello con el acuerdo con los sindicatos en especial en lo referente a la remodelación de los recursos humanos y a la asunción por parte del Estado de la cacareada y multimillonaria deuda acumulada. Tres cosas merecen la pena resaltarse en el sentido del título que ha motivado mi aportación mensual a nuestra revista: la primera, la urgente necesidad de creación del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, que sería regulador y observador independiente de lo que acontece en el panorama audiovisual; dos, elección de auténticos ‘Consejos de Administración profesionalizados’ de las empresas públicas radiotelevisivas y no politizados; y tres, ‘pluralidad e independencia informativa’, el meollo de la cuestión a lo largo de todos estos años de la transición acá. Para todo ello la máxima representante del ente público estatal pidió la colaboración de la Universidad que está naciendo desde los acuerdos de Bolonia para la adecuación del espacio europeo de educación superior en su visión modernizadora.

No dudo de la buena intención de la catedrática de Comunicación y auspiciadora de la Universidad Carlos III; casos como el silencio de TVE del abucheo del presidente de Gobierno en la celebración del Pilar, cuya repetición pide ahora el PP que se reproduzca con el off sonoro, me hacen permanecer pesimista escéptico en el sentido de Schopenhauer. “Las carencias del hombre siempre perfectible, desesperanzado en la búsqueda de la verdad” y que algunos ven no como una invitación a no esperar nada sino una existencia más profunda, libre e indestructible. Que el filósofo alemán y Dios, nos ayuden.