Recuerdo de muy pequeño una canción cantada popularmente que decía: "Catalina fue a la fuente, a la fuente del querer, Catalina Sí Catalina No, Catalina mía de mi corazón".

Nos encontramos en pleno verano, el atardecer estival de los meses de julio y agosto me inspira bajo la sombra de un buen árbol imaginario, la ilusión de refrescar el presente artículo haciendo correr el agua de la fuente que riega la financiación pública, desde el Estado, haciendo correr el agua hacia la Junta de Andalucía hasta lo más profundo del corazón del pueblo más pequeño que se precie.

La Ley 7/1985, de 20 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local (LBRL) define en su artículo 1º a los municipios, como las entidades básicas de la organización territorial del estado y cauces inmediatos de participación ciudadana en los asuntos públicos, que institucionalizan y gestionan con autonomía los intereses propios de las correspondientes colectividades. En esta misma Ley de Bases de Régimen Local, en su artículo 19º, hace referencia que el Gobierno y Administración Municipal corresponde al Ayuntamiento.

No es un secreto para nadie, la precaria situación económica y financiera que están viviendo actualmente los ayuntamientos de los pueblos de nuestra querida Andalucía. Un estado de "querer y no poder", ante lo que supone un desfase de tesorería tan importante, que resulta casi imposible a veces pagar la nómina mensual.

La mayoría de los entes públicos locales -unos en la UCI y otros en la UBI, como ya hiciera famoso D. Manuel-, apenas tienen margen de maniobra. Por parte de la Intervención Municipal, se generan Créditos Presupuestarios, cuando llega el momento de ser abonados no existe liquidez gracias al principio de Caja Única de tesorería, o a la mala gestión pública realizada por algunos ayuntamientos en los últimos años de bonanza urbanística.

Si conocemos las competencias de las administraciones locales, y los gastos que estas deben hacer frente – artículos 25 y 26 de la LBRL-, podremos comprender las necesidades financieras a la que están sometidas.

Los servicios obligatorios: alumbrado público, alcantarillado, cementerio, recogida de residuos, limpieza viaria, abastecimiento domiciliario de agua potable, alcantarillado, pavimentación de vías públicas… etc. Todas estas competencias incrementadas en función del número de personas que estén empadronadas, si superan los 5.000, 20.000 ó 50.000 habitantes.

Los recursos para equilibrar gastos presupuestarios -obligatorios y no obligatorios- provienen principalmente de tasas, contribuciones especiales, impuestos obligatorios, impuestos potestativos, subvenciones, precios públicos, ingresos patrimoniales, operaciones de créditos a corto, medio y largo plazo, multas , sanciones, participaciones en tributos de comunidades autonómicas y estatales… y generalmente de donde se puede, sobretodo una vez que se acabó la gallina de los huevos de oro: el urbanismo.

El Ayuntamiento se ha convertido en el hermano pobre de las Administraciones Públicas territoriales. No obstante, es el ente público que mayor esfuerzo realiza ante el elevado número de demandas que recibe diariamente. El Ayuntamiento es la administración que más cerca está de los ciudadanos, y como tal sufre la incomprensión de los vecinos ante épocas de crisis, en verdad cubre muchas competencias que corresponderían a la Administración Autonómica o Estatal.

Cada vez suena con más fuerza, la tan cacareada Segunda Descentralización hacia un mayor protagonismo económico y financiero de los entes públicos locales. La ansiada y nunca conseguida -aunque el legislador así lo reconozca- "Autonomía Financiera de los Ayuntamientos".

Las Comunidades Autonómicas, -grandes beneficiadas de la primera descentralización del estado hacia abajo en un 40% de competencias-, "no han dejado correr el agua de competencias" hacia los ayuntamientos, que sólo poseen un 10% de estas. En gran parte, porque no les interesa, dado que perderían parte del poder otorgado en pro de entes públicos territoriales menores.

En plena jornada estival del año 2008, ¡que corra el agua de la fuente del querer público municipal! De arriba hacia abajo, sin estancarse en la pileta autonómica. ¡Se refresquen los ayuntamientos del sofocante calor sufrido los últimos años! Catalina Sí, Catalina No.

josevalerog@yahoo.es