Que los piratas están de moda no constituye ninguna novedad, siempre hemos sentido cierta fascinación por esta gente, recuerdo que uno de mis libros de aventura favoritos era "La isla del  tesoro" de R.L. Stevenson, después lo ví en el cine del internado de Horta (Barcelona) pero ya no era lo mismo.

Lástima que el cine siempre te roba estos sueños, que la imaginación de la lectura te ayuda a crear. No era difícil con 12 años empatizar con Jim e incluso descubrir cierta ternura en el cojo capitán John Silver. Después vendría Peter Pan, que ya conocí con mi estrenada paternidad y pude comprobar que el Capitán Hook, ya no era lo mismo, quizás porque nunca jamás, los cuentos superan la vida real, o  porque la inocencia corre demasiado deprisa.

La prensa, que ya se sabe que vive de las malas noticias, se debatía en estas últimas semanas sobre dos situaciones de piratería moderna. Por un lado la seria crisis del Alakrana que nos tuvo en vilo durante demasiadas semanas, poniendo a prueba el valor de mucha buena gente y la paciencia de sus familias, hasta llegar a un desenlace feliz, aunque la historia de los hechos nunca la conoceremos.

Pero los males de la humanidad cobran dimensión extraordinaria cuando además de afectar a la parte humana  y emocional de la gente, crean precedentes escandalosos en la sociedad, dejando heridas profundas en algo tan sensible, que son los valores de las personas, aquello con lo que vivimos y que da cierto sentido a nuestra vida, como la confianza, el respeto, la  autoridad o la seguridad. Por ello, los saqueos imputados a mala gente como un tal Millet, que según el mismo ha declarado, sustrajo ingentes cantidades desde su lugar de trabajo, que además es un símbolo histórico de toda una comunidad como el Palau de la Música, y que sigue en la calle con total impunidad.

Y también el "supuesto" saqueo del ex presidente de Baleares, llamado Matas, que además de derrochar y gastarse en su provecho ingentes cantidades de dinero ilegal, llegó incluso a pagar 350 euros por una "escobilla de wáter"(fuente El Pais, 25-11-09). Estos hechos, además de la responsabilidad legal que supongan, me parecen un auténtico insulto a todos los ciudadanos de este país y muy especialmente a la parte de esos 4 millones de parados que quieren trabajar y no pueden y a estas millones de amas de casa que no saben qué poner en el puchero y que con lo que le costó a este tal Matas su escobilla de WC, podrían dar de comer a su familia todo el mes.

Lástima de país éste en el que, contrariando al amigo Sabina, acabe valiendo la pena ser un cobarde, ocultarse de la buena fe depositada por otros y ser pirata de lujo al servicio de uno mismo. Lástima que casi nadie sea lo suficientemente valiente para usar el poder, a fin de devolverle a la gente esta confianza que necesita en su sistema judicial, lástima de  país que lee los mensajes al revés y que sigue enseñando como en el siglo XIX, en vez de ocuparse en conocer "que queremos que sepan nuestros hijos y como vamos a enseñarles para que sean competitivos". Ojalá el año que llega nos traiga más virtud y también algo de fortuna.