Durante más de cinco años, hemos padecido los efectos de una crisis económica en Andalucía y en España que es la mayor crisis que ha conocido nuestra generación. Aunque su origen fue de carácter financiero, sus efectos se han trasladado a la economía real.
En este contexto, los compromisos de consolidación fiscal y estabilidad presupuestaria no pueden ahogar a las personas ni servir de coartada para dejar de incentivar la inversión. El planteamiento del Gobierno andaluz pasa por una política económica que cree en las personas porque la economía tiene que ser para las personas. Necesitamos un sector privado fuerte, que cree riqueza y empleo, pero también necesitamos un Gobierno fuerte que lo regule, lo propicie y combata las desigualdades.
Necesitamos una política económica centrada en el valor de la cualificación como motor de desarrollo personal y de cambio social y económico, en la igualdad de oportunidades, en los bienes y servicios públicos pero también en el valor socioeconómico de la iniciativa privada, en el empleo y en las relaciones laborales. Por eso, también, en el diálogo, en la participación social, en el consenso político y en la concertación social.
Necesitamos, por tanto, una redefinición de nuestro modelo productivo, un cambio estratégico para generar valor añadido e incrementar la competitividad de nuestra economía que requiere la suma de esfuerzos de todos para remar en la misma dirección: hacia la revaluación de nuestros activos, económicos y sociales, públicos y privados, para avalar el futuro de la ciudadanía.
Esta reorientación del sistema productivo pasa fundamentalmente por aumentar el grado de internacionalización de las empresas, el impulso de la inserción laboral de los andaluces menores de 35 años, la mejora de los resultados educativos, con la educación como uno de los principales ejes de la política económica y la consolidación del sistema de universidades públicas como uno de los motores del modelo productivo andaluz por su triple función de cualificación de capital humano, de generación y transferencia de conocimiento y de fomento del emprendimiento.
Se tiene que producir, por tanto, un incremento de la productividad, la innovación y la calidad en la formación del capital humano así como la diversificación de la estructura productiva, con reformas sectoriales que permitan un escenario de futuro para los sectores tradicionales y la incorporación de nuevos sectores a la generación de valor añadido de la economía.
Junto a ello, y de manera especial, la redefinición del modelo productivo andaluz requiere el fortalecimiento del sector privado, generador el 80% del empleo en las sociedades desarrolladas. Fortalecimiento tanto en términos de tamaño como de mayor peso en la actividad económica dado que incrementar el tamaño del tejido empresarial es un factor estratégico: las empresas más dimensionadas son las que tienen mayor capacidad exportadora, más productividad y mayor capacidad innovadora.
Desde la perspectiva del Gobierno andaluz, la ampliación y consolidación del tejido productivo andaluz requiere de actuaciones prioritarias en el sector industrial, con carácter prioritario en las Pymes industriales, segmento del sector que se ha visto más afectado por la crisis. Por ello, estamos trabajando en la puesta en marcha de un Programa de Recapitalización de las Pymes industriales andaluzas, que estará dotado inicialmente con 150 millones de euros en incentivos reembolsables.
La revaluación de nuestro sistema productivo es una propuesta ambiciosa, pero factible. Podemos y debemos movilizar todos los recursos que tenemos. En Andalucía, desde nuestro ámbito competencial y desde nuestra responsabilidad, el Gobierno andaluz continuará en la tarea de desarrollar una política económica de oferta orientada hacia un nuevo modelo productivo para superar la crisis, crecer y crear empleo.
José Sánchez Maldonado, consejero de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo