Hace un par de sábados, estaba viendo por enésima vez, un museo que tenemos en Barcelona, de curiosidades, se trata del Museo Federic Marés, me paré  frente a un diploma enmarcado en un prodigioso marco de filigrana de hierro forjado que albergaba dignamente un diploma de: "Maestro Forjador", pensé si el trabajo prodigioso de este marco, no sería la prueba final de mérito que equivaldría a merecer esta titulación  y  recordé los artistas del antiguo Egipto que 4.000 años antes, pasaban años perfilando símbolos en rojo, hasta llegar al nivel de merecer el negro para poder ser cincelados por el artista.

Puede que una mejor formación equivalga hoy en día a un mejor trabajo, con el permiso del mercado, claro está, pero seguro que la simple titulación  no tiene porque corresponderse con  conocimientos, ni mucho menos con competencias  predeterminadas, de esto estamos seguros todas las personas que tenemos cierta experiencia laboral y que hemos llegado hasta ahí.

Por fin, parece haber llegado el momento en que todos estos miles de ejecutivos, la mayoría procedentes de la generación x, por tanto con poco más de 15 años en el mercado, nos demuestren  gracias a los conocimientos que adquirieron con mayor facilidad y medios, que los babyboom precedentes, que estrategia puede ser más útil, como la van a aplicar e incluso puedan explicar que piensan hacer para garantizarnos que cobremos las pensiones  los que ya llevamos más de 40 años trabajando, pues se supone que todos esos MBA, masters, postgrados etc., que alguien ha pagado, deben servir para algo.

Millones de personas, aproximadamente unos 20 millones que corresponden al   86% de la población activa, según el diario La Vanguardia, están impacientes por saber qué fórmulas van a proponer sus "jefes" inmediatos que por eso cobran más y esperan que no le pase a su secto, lo mismo que ha pasado con el ladrillo, y los de turismo ya tiemblan  ante la perspectiva que se avecina, por eso queridos amigos directivos y diplomados masters, ha llegado el momento de demostrarlo, ya que el problema del "caso" está encima de la mesa.

Como ocurre en el matrimonio y con los melones, nada mejor que probarlos para constrastar su valor y ahora vale explicar que la esencia del liderazgo consiste en la necesidad de dar respuestas, mira por donde, igual que ocurriera con los caballeros cruzados hace mil años, nuestros nuevos líderes deberán preocuparse de que pasen cosas buenas, de asumir la responsabilidad, de actuar como lo que son, o sea los chóferes del bus y no los ocupantes de asientos Vips, por tanto, ya no hay otra escusa que bajar a la cancha para ver los partidos de cerca y participar en ellos.