Andalucía ha vivido un año político convulso durante 2013: los andaluces hemos asistido al cuarto cambio de gobierno en cuatro años; hemos vuelto a registrar la mayor tasa de paro; y hemos sido portada nacional por la corrupción.
Los andaluces necesitamos regeneración democrática y crecimiento económico. Mientras esa tierra prometida llega los andaluces vamos a seguir caminando a la espera de un gobierno autonómico que nos acompañe en nuestros esfuerzos.
La convulsión es el síntoma de una enfermedad. Nada cambia a mejor sin diagnóstico y sin el tratamiento adecuado. Los paños calientes sólo son paliativos y sus efectos muy fugaces.
El relevo en la presidencia de la Junta de Andalucía se pregonó como un tiempo nuevo. Pero ha sido un espejismo. El actual Gobierno andaluz ha seguido al pie de la letra la estrategia política y económica que durante tres décadas nos ha separado de la convergencia nacional.
La brecha de desigualdad entre andaluces y el resto de los españoles tiene un origen y unos resultados. El origen está en la repetición de errores y malas prácticas. El resultado son la mayor tasa de paro de España, los mayores índices de pobreza, altas tasas de fracaso escolar y peores índices de bienestar que en otras comunidades autónomas.
Los males de Andalucía tienen solución. Contamos con viento de cola en mitad de una zona de turbulencias. El viento de cola proviene del trabajo y el buen hacer de los andaluces, del desvelo de los alcaldes por encontrar soluciones reales, y de las políticas de crecimiento del Gobierno de España, que además, está volcado apoyando financieramente a Andalucía.
Si estas fuerzas en positivo son insuficientes para que viajemos a una buena velocidad de crucero es porque llevamos muchos años en zona de turbulencias. Los sucesivos gobiernos autonómicos han creado obstáculos como el incumplimiento del techo del déficit, las deudas a los proveedores, las subvenciones frente a incentivos al empleo, la falta de ejecución presupuestaria, la excesiva carga burocrática o la reducción de inversiones con la eliminación de la fórmula de colaboración público-privada.
Y sobre todo, durante estos años, la corrupción y la inseguridad jurídica de normativas como el Decreto Ley del Litoral andaluz o la paralización de proyectos para el empleo, han generado desconfianza hacia nuestra tierra.
Los males endémicos requieren soluciones contundentes. Un cambio superficial como el que ofrece el bipartito en Andalucía no resuelve nada.
Necesitamos un modelo de crecimiento y limpieza en las instituciones. Este cambio rotundo sólo puede venir de una alternativa real, la de la mayoría social que representa el Partido Popular en los municipios andaluces, en Andalucía y en España.
No habrá nuevos tiempos hasta que no hayan nuevas soluciones. La falsa renovación del socialismo andaluz ha desenterrado el zapaterismo: mucha seducción y poca solución.
El auténtico cambio llegará como llegan todos los grandes hitos históricos: por decisión de la mayoría de los ciudadanos en las próximas elecciones.
Andalucía pide un relevo y un relevo es lo que ofrece el Partido Popular a los andaluces. Lo bueno está por llegar. En nuestras manos está ese futuro mejor.
Juan Ignacio Zoido Álvarez, presidente del Partido Popular de Andalucía