Hacíamos referencia el año pasado al riesgo que se asume a la hora de establecer pronósticos en un Anuario que tiene vocación de permanecer en las mesas de trabajo durante todo el año, y hablábamos de “confianza en nuestras capacidades y optimismo para el futuro”. Los hechos parecen demostrar que podemos ratificar lo que allí decíamos, en cuanto a la necesidad y oportunidad de las reformas emprendidas, el proceso de adaptación realizado por nuestras empresas y trabajadores, y cómo, siendo necesario continuar por la senda de las reformas, lo más difícil ya se había hecho. Y ahora, ¿qué? Conforme sigamos corrigiendo los desequilibrios que tenía nuestra economía (básicamente, el excesivo endeudamiento privado y público, que nos había hecho, sencillamente, vivir por encima de nuestras posibilidades), nos enfrentaremos a nuevos retos, que son, en líneas generales, a los que se enfrentan las economías occidentales. Porque es ese el espejo donde debemos mirarnos: más Europa, sin perder de vista a la principal economía del mundo, USA. Es ese el marco de competencia donde las empresas españolas y andaluzas deben jugar la próxima partida. Para con esa base poder competir en el resto de los mercados. Por ejemplo, la internacionalización de nuestras empresas en LatAm, aparte de haber sido un balón de oxígeno para sus cuentas de resultados cuando la demanda interna se desplomó, no debe quedarse ahí, ni en la dimensión temporal (un porcentaje elevado de la cifra de negocios y el beneficio de las empresas han de venir del ámbito internacional), ni en la geográfica (LatAm como plataforma para acceder el mercado americano, aprovechando las relaciones existentes entre el norte y el sur de ese continente). ¿Y cómo se compite en un mundo globalizado? Pues si estamos en la sociedad del conocimiento, habrá que acumular talento. Y esto implica desarrollar el que tenemos, ser lo suficientemente atractivo para retenerlo, y atraer nuevo. Hablamos entonces de excelencia, de una pasión, tensión, voluntad por hacer las cosas bien, por mejorar, como individuos y como sociedad. Y hablamos de educación, y de formación, y de una idea que no es un oximoron, sino una declaración de principios: “universalizar la excelencia”. Estamos ante una auténtica revolución tecnológica, que va a cambiar los modelos de negocio, de empresa, las relaciones laborales, las relaciones comerciales, los centros de decisión,… No sabemos cuál va a ser la configuración final, pero sí sabemos que, cuanto más preparados estemos, mayores serán nuestras posibilidades de éxito. Tenemos buenas capacidades en sectores que dan respuesta a las necesidades de la sociedad del siglo XXI (agroalimentario, turismo, energía, logístico, etc.). Pero eso no es suficiente; nuestro reto será saber conformar y saber dar respuesta a la demanda del siglo XXI. No podemos dejar de hacer mención específica a dos cuestiones, que suponen dos amenazas a nuestro desarrollo económico y social. La primera es la elevada tasa de desempleo. Además de las cuestiones macroeconómicas, de la necesidad de profundizar en la reforma del mercado de trabajo, todos tenemos que entender que vamos hacia un nuevo modelo, donde la iniciativa personal, la creación y aportación de valor, la necesidad de cualificación, la no linealidad de las carreras profesionales, la especialización pero también la versatilidad, y el cambio, van a ser una constante. La segunda amenaza a la que nos enfrentamos como sociedad y como país es el incremento de la tensión social, política y territorial. Tendremos que apelar a la altura de mira de nuestros representantes, como una nueva formulación de los pactos que permitieron el consenso hace casi cuarenta años, centrándonos en lo que nos une, en el objetivo común, que siempre es más que lo que nos separa; pero también tendrá que asumir un mayor protagonismo la sociedad civil y las iniciativas provenientes de la misma (con el altruismo social y el bien común como razón de ser); apelar también a la responsabilidad individual (qué parte nos corresponde a cada uno en el problema y en la solución del mismo); y, como siempre, debemos poner el foco en la educación, la principal palanca de transformación de una sociedad, de forma que, si no resolvemos estos problemas ahora, logremos al menos que en la próxima generación dejen de serlo. Por tanto, para concluir, los aspectos a tener en cuenta para 2014:

Francisco Velasco
Francisco Velasco

– Mirar a las economías occidentales más competitivas (Europa y USA).

– Obsesión con la revolución tecnológica y digital.

– La educación y la formación, el talento, el principal factor de producción y competitividad en la nueva economía.

– Ojo a dos amenazas: desempleo y tensión social y política, que pueden echar por tierra logros ya consolidados.

Y concluyo como el año pasado, esperanzado en un Futuro en consonancia con nuestro pasado, fecundo, extenso, y jugando un papel relevante en la conformación del mismo. 

Francisco Velasco, director de EOI (Escuela de Organización Industrial) Andalucía