Siempre se han buscado similitudes entre el mundo del deporte y el de la empresa, pues ambos tienen como señuelo la competitividad y las personas, aunque por suerte o desgracia, el deporte se ha mercantilizado tanto o más que el mundo empresarial.

En el fondo, todos necesitamos nuestros mitos y tratamos de imitar modelos, ya sea para aprender o para fabular. En mi deporte favorito mi ídolo sigue siendo Kubala. Nadie amaba tanto su trabajo como jugador de fútbol, que siguió practicando después de los 70 años. Para mí, Kubala sintetizaba lo mejor como profesional, ser humano y, especialmente, como referente de valores. Porque después de todo, lo que tiene sentido de verdad es el talante de una persona.

No dejo de admirar a algunos fenómenos actuales como Woods, Schumacher, Rossi, Bryant, Federer, Ronaldhino, Raúl o Gasol. Nadie pone en duda su talento o, incluso, su compromiso pero desconozco si tienen más cerca del corazón su cartera o sus valores.

Nuestra sociedad consumista de todo y de todos está devorando el deporte convirtiéndolo en un fastfood rendido a los intereses del marketing, hasta el punto que acaban eligiendo el cepillo de dientes de la estrella y mediatizan hasta su libertad.

Kubala, al que tuve la suerte de conocer en su madurez y admirar desde los 10 años en que debía ganarme un sorteo en mi clase del internado salesiano barcelonés para verle jugar, siempre ocupó la mayor parte de mis sueños y nostalgias. Aunque nunca traté de emularle, pues mi técnica balompédica está muy lejos de los mínimos exigibles para jugar decentemente, yo admiraba su presencia majestuosa, su humildad al acariciar la pelota, su condición física y su ceño fruncido que lejos de la severidad aparente, en realidad, formaba parte de su concentración natural.

Creo que para amar un trabajo, sea el que sea, se debe querer, hay que saber y tener el poder necesario para hacerlo bien. Esto para mi define el profesional perfecto.

Para querer, hay que amar lo que se hace, pocos futbolistas amaban tanto la profesión como él ¿Cuánta gente ama su trabajo y le gusta? Pocos por desgracia y eso lo acaban pagando las empresas, en forma de servicios mal realizados.

Aquellos que no saben, poco pueden enseñar. Él tenía un talento natural que le permitía entender el juego antes que los demás, no se limitaba a hacer bien lo que sabía hacer sino que, además, se ocupaba de que todos mejoraran su técnica, mucha gente cree que la mera posesión de un título, o quizás de algún master, le acredita determinado conocimiento, pero sin experiencia no sirve de casi nada, por eso él practicaba siempre.

Y, por último, la fuerza, la condición física natural y la firmeza en las actitudes. Kubala estaba dotado de un cuerpo portentoso que cuidaba y tenía una mirada inteligente que le permitía ver un poco más allá que los demás, por eso le respetaban y admiraban sus rivales.

Con estas competencias tenía la confianza de colocar la pelota donde quería y decidía siempre, jugaba para los demás, se divertía y fomentaba la diversión, asumía compromisos y obtenía resultados. ¿A quién no le gustaría tener a alguien así en la empresa?.