La expansión y universalización de la tecnología está afectando de una manera directa a los comportamientos personales, a las formas de integración social y cultural. Además, ha supuesto una nueva orientación para la actividad económica, al abrirse nuevos frentes tanto de inversión como de nuevos sectores productivos, a la vez que afecta a la calidad de vida y a la modificación de las condiciones de igualdad de oportunidades de los ciudadanos.

Teresa Sáez Carrascosa
Teresa Sáez Carrascosa

La tecnología ha afectado, en primer lugar, a la estructura socio-laboral de la sociedad. Oficios tradicionales han desaparecido, o casi, a favor de otros nuevos, relacionados sobre todo con las aplicaciones tecnológicas. En segundo lugar, los avances tecnológicos han afectado directamente a la estructura económica y productiva. La tecnología está directamente relacionada a la mayor productividad, eficacia e inmediatez de las actividades económicas, a lo que se une la globalización de los mercados.

En España hemos sido protagonistas de excepción de las consecuencias de no apostar lo suficiente por la innovación y la tecnología, basando buena parte de nuestro sistema productivo en un sector escasamente evolucionado: la construcción. Ni siquiera los avances en materia energética o medioambiental eran incorporados como mejoras a este tradicional sector, cuya burbuja nos ha llevado al límite de nuestras posibilidades económicas.

El tercero de los ámbitos en los que la tecnología más ha incidido ha sido, sin duda, el de las actividades cotidianas y las relaciones personales.

Fue precisamente uno de los ideólogos del Parque Científico y Tecnológico Cartuja, Manuel Castells, quien aseguró que la revolución tecnológica actual podía equipararse a esa primera Revolución Industrial. Quizás esa reflexión fue clave en su teorización sobre el papel que podrían adquirir en esta nueva Sociedad del Conocimiento unos nuevos espacios productivos, innovadores, basados específicamente en la Ciencia y la Tecnología: los Parques Científicos y Tecnológicos.

La Ciencia, la Tecnología, la investigación científica y el desarrollo tecnológico, que es precisamente lo que se cultiva en los PCT, son recursos críticos para la competitividad económica de un país, así como para la calidad de vida de sus ciudadanos.

Los PCT han cumplido ya dos décadas en Andalucía. Con el PTA de Málaga y el PCT Cartuja en Sevilla como grandes referencia de recintos multisectoriales, en esta región hemos sido capaces de crear una red de recintos científicos y tecnológicos sectoriales, basados en la economía productiva de cada provincia.

El universo de los Parques, que basaban su creación en la necesidad de conexión entre Ciencia, Tecnología y Empresa para conseguir un modelo productivo competitivo, solvente, ha hecho posible la generalización de dos conceptos básicos: con los avances tecnológicos como base inicial, se ha gestado una red de empresas tractoras, pymes colaboradoras y emprendedores capaces de incluir un concepto de negocio diferente: cooperación. A través de esa cooperación se logra un mayor grado de innovación y, con ello, se alcanza el segundo de los conceptos aludidos: la irradiación de know how a otras áreas productivas.

Si el cambio tecnológico ha incidido en todos los aspectos del progreso social, su aplicación a recintos como los PCT ha dado cumplimiento al objetivo para el que fueron creados: impulsar ese nuevo modelo productivo básico para una economía fuerte y en continua expansión.

Teresa Sáez Carrascosa, directora general de Cartuja 93 (sociedad gestora del PCT Cartuja)