El trabajo temporal ha dejado de ser noticia dejando atrás la fama injusta que sólo hace diez años ponía los pelos de punta a la administración o a los representantes de los trabajadores y que fue recurso fácil para cargar los males de la precariedad laboral, para algunos sectores que beben de la demagogia y el panfletismo y que, afortunadamente, hoy forman parte del mundo del trabajo y se consideran hasta necesarias. En la segunda decena de junio del 94 se promulgaba la Ley de Trabajo Temporal (14/94) que culminaba la legitimación de una realidad que la comunidad empresarial estaba pidiendo desde hacía muchos años, ganando por fin una herramienta de gestión de recursos humanos que les permitiría competir en igualdad de condiciones con otros países europeos. Algo habrán tenido que ver las ‘etetés’ aportando racionalidad y sobre todo flexibilidad en este ‘nuevo milagro’ económico español, contribuyendo al crecimiento sostenido que mantenemos pero del que todos desconfiamos un poco por aquello de la burbuja y tanto dinero barato, aunque preferimos escuchar poco y disfrutar el momento mientras dure.

Aunque con optimismo muy moderado, sobre el papel de las ‘etetés’, déjeme contarle algunas realidades que se han recuperado gracias a la legalización del trabajo temporal. En primer lugar, se ha destapado una bolsa importante del empleo que no cotizaba. Todos los que llevan años trabajando conocen que en otro tiempo, cualquier punta de trabajo, especialmente en negocios pequeños, se resolvía con el amigo del amigo de la vecina que un día dijo que podía trabajar en sustituciones. Actualmente, la mayoría de trabajos, incluso inferiores a una semana, para una situación de tipo coyuntural, se resuelven a través de un contrato de puesta a disposición celebrado entre tres partes y que garantizan una selección solvente, rápida y eficiente con la garantía de una mediación realmente profesional y su cotización correspondiente.

Y, ¿qué me dicen de todos aquellos jóvenes que entran por primera vez en el mundo del trabajo, sin experiencia alguna y que se quedaban en las simples prácticas? En la actualidad pueden aspirar a aprender ganando dinero y experiencia, superando las antiguas pasanterías o ayudas como meritorio de futuro incierto. Otra ventaja importante sería para todo aquel colectivo -especialmente de mujeres- que debe alternar trabajo familiar con jornadas partidas trabajando para una empresa externa.

En todos estos casos y muchos más hacia falta la iniciativa privada que activara y a la vez reforzara la labor de mediación de las oficinas estatales de empleo, lógicamente poco preparadas para realizar una auténtica labor de orientación, selección y posterior seguimiento laboral. Aunque parezca paradójico, y a menudo se ha querido decir lo contrario, el papel de las ‘etetés’ también ha resultado prodigioso para fomentar la contratación indefinida, toda vez que más de un 35 % de sus trabajadores en promedio sectorial han sido después contratados -por haberse completado una prueba real -por la empresa cliente incorporándolos a su plantilla estructural.

Por último, no quiero acabar sin referirme a la formación, especialmente en materia de riesgos laborales, ya que todos los trabajadores temporales que prestan servicios en la empresa usuaria pueden contrastar legalmente que tienen la formación básica y necesaria en materia de riesgos laborales en congruencia con la evaluación de riesgos de la empresa en la que prestan los servicios. Sin embargo, durante este período de diez años, las ‘etetés’ han pasado una etapa de incomprensión por parte de algún sector social e incluso de la propia administración que ha ejercido una presión exhaustiva, limitando su actuación en algunos sectores en clara confrontación con la igualdad de derechos de libre empresa con otros colectivos empresariales como por ejemplo en el sector de la construcción. También por parte administrativa se han penalizado las contrataciones inferiores a siete días y se realiza un especial control por vía inspección en materia laboral que en la mayoría de casos se ha saldado con éxito demostrando que esta actividad merece la absoluta confianza de trabajadores y empresas.

Todo lo pasado ha contribuido a otorgar al sector de trabajo temporal su mayoría de edad, constituyéndose en la actualidad, sin ninguna duda, en una referencia obligada para el desarrollo de la economía española como también de la europea en los últimos treinta años, habida cuenta que no existe mejor respuesta a la globalización que la eficiencia y la flexibilidad de los recursos.

No ha resultado nada fácil para las ‘etetés’ convencer a todos, pero el camino que emprendieron los primeros empresarios de este sector que impulsaron la regulación y la propia ley que hoy cumple el decenio, hoy pueden sentirse felices al comprobar que tanto la opinión pública como los propios grandes sindicatos apoyan la gestión de la temporalidad a través del trabajo temporal. Y deben sentirse orgullosos por realizar una labor profesional única entre muchas que realmente te permitan dar trabajo a la gente y al tiempo favorecer el desarrollo de las empresas.

Ahora toca avanzar hacia una auténtica reforma continental del mercado de trabajo que favorezca la creación de empleo en Europa, porque formamos parte de este gran mercado de 25 países y que a la vez mantiene los valores de la cultura occidental. Y realmente hay que avanzar hacia la imparable flexibilidad, pero sin perder de vista la estabilidad laboral que todos deseamos, alcanzable sin duda por la vía de la estabilidad de los ingresos más que por el trabajo fijo en la misma empresa. De esta forma y dotando a las empresas de recursos flexibles, mejorando las infraestructuras y aportando valor a lo que hacemos, sin duda, seremos mucho más competitivos y podremos garantizar empleo más tiempo, a más personas.

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