La I+D+i no es una fórmula reservada a los laboratorios o a sectores intensivos en tecnología. Al contrario, es necesario que sectores tradicionales y que han tenido o tienen un peso destacado en el PIB andaluz, como el agroalimentario, el turismo o la construcción, asuman el reto de la innovación. Sólo así podrán mantener una posición competitiva en un entorno cada vez más global y continuar aportando valor a la economía andaluza.

El agroalimentario es uno de los siete sectores estratégicos para CTA, con el convencimiento de que es preciso combinar la experiencia y la materia prima del campo andaluz con una apuesta decidida por la I+D+i. En sus ocho años y medio de vida, Corporación Tecnológica de Andalucía ha financiado 56 proyectos de I+D+i, a los que ha concedido 11,2 millones de euros en incentivos y que han movilizado una inversión privada de 33,74 millones de euros. En estos proyectos, han participado 62 grupos de investigación diferentes de universidades y centros públicos de investigación andaluces, que han percibido por ello 6,9 millones de euros.

Nathalie Chavrier, responsable técnico del sector agroalimentario de CTA
Nathalie Chavrier, responsable técnico del sector agroalimentario de CTA

La atomización del sector es un obstáculo, pero, frente a ello, las empresas agroalimentarias deben optar por la innovación abierta, que combina las capacidades internas con el conocimiento externo para generar proyectos de I+D+i. La clave en este modelo es la cooperación, tanto con los organismos públicos de investigación (centros y universidades), que poseen el conocimiento, como con otras empresas complementarias mediante alianzas estratégicas. CTA promueve esta aproximación a la innovación de manera consorciada y, de hecho, el sector agroalimentario es de los que tiene una tasa de cooperación más alta, con más del 44% de los proyectos incentivados en colaboración de dos o más empresas.

A través de esta cooperación para innovar, la agroindustria andaluza podrá incorporar las TIC, la nanotecnología y la biotecnología, entre otras disciplinas, que le permitirán posicionarse en los grandes vectores de oportunidad para el futuro, como los alimentos funcionales, la mejora de la productividad y calidad, la seguridad alimentaria o la agricultura de precisión, como la valorización de la biomasa para biocombustibles o la agricultura del carbono (cultivos como sumideros de CO2).

Con el respaldo de CTA, se están desarrollando proyectos andaluces en todas estas direcciones, siguiendo las últimas tendencias para conseguir un sector agroalimentario más eficaz y productivo. Así, se han financiado proyectos que abarcan desde un sistema de control por satélite para mejorar la eficiencia en la gestión del agua de riego hasta el desarrollo de nuevos tipos de vino de calidad en Andalucía, pasando por un sistema de optimización de los recursos nutricionales en la producción integrada de arroz en Sevilla a partir de los propios microorganismos del suelo, entre otras muchas iniciativas.

Por su experiencia y trayectoria, Andalucía tiene capacidad de liderazgo internacional en determinadas líneas de innovación agroalimentaria, desde en las técnicas de cultivo hasta en el producto final. Pero, para ello, es imprescindible trasladar al sector agro el nuevo modelo de economía sostenible y hacer extensiva a toda la industria la apuesta por la innovación que ya han iniciado algunos. La nueva PAC (2014-2020) cuenta por primera vez con una dotación reservada a la financiación de proyectos de innovación, a través de proyectos de desarrollo rural.

El sector agrario andaluz posee las capacidades necesarias para evolucionar hacia una industria sostenible, generadora de productos con valor añadido, con capacidad de gestionar y valorizar sus residuos y dotada de las tecnologías necesarias para aprovechar al máximo los recursos y para producir alimentos de alta calidad. Desde Corporación Tecnológica de Andalucía se pretende acompañar y respaldar a las empresas del sector que se animen a ordenar e impulsar su innovación.

Para CTA el sector agrolimentario es una de las siete áreas estratégicas en las que centra su actividad por considerarla fundamental para el desarrollo económico de la región. A este respecto, Nathalie Chavrier, responsable técnico del sector Agroalimentario de CTA, afirma que el sector agroalimentario, “en primer lugar es muy importante para Andalucia y su economía. Sin embargo, a nivel de innovación es todavía un sector que está atrás con respecto a otras industrias más clásicas”. Es por ello que, añade, “es muy importante que insistamos o que fomentemos la cultura de la I+D en el sector agroindustrial”. Y subraya: “En el sector falta calar aún más la cultura de la I+D”.

Por otra parte, Nathalie Chavrier matiza que “desde CTA, no sólo pretendemos financiar proyectos, sino que pretendemos concienciar a las empresas de la importancia que es innovar”. Para la responsable técnico del sector agroalimentario de CTA, “para una empresa agroalimentaria es fundamental innovar, es como un poco la clave de la competitividad. En estos tiempos, para las empresas ha sido clave internacionalizar y, sobre todo, innovar”. En el sector agroalimentario, aclara, no es “solo fabricar un nuevo envoltorio para un yogurt, también se trata de aplicar innovación en todo el proceso productivo, y esta innovación que no es tan visible es también la fundamental para el sector”.

En su opinión, “no me cabe duda  de que Andalucía tiene buena capacidad de liderazgo en líneas de innovación agrolimentarias. Primero hay liderazgo a nivel productivo y de exportación; al ser líderes en esto hay grandes empresas, cooperativas o agrupaciones que podrían tener también un liderazgo a nivel de innovación”. Lo que sucede, matiza Nathalie Chavrier, “es que aún la cultura de la I+D+i no ha calado suficientemente. Pero esas empresas son las que pueden liderar esos procesos de innovación sin lugar a dudas”.

En relación a las tendencias del sector, en agricultura “la tendencia es hacia un producción sostenible que sea respetuosa con el medio ambiente, siguiendo unas pautas que va marcando la Comisión Europea en ese sentido. Hay que tener en cuenta el potencial que tiene Andalucía, por ejemplo, si pudiéramos considerar todos los cultivos que tiene como sumideros de CO2. La producción sostenible por tanto es fundamental. Así como la agricultura y la ganadería de precisión… es un término que vamos a escuchar mucho en los años que entran, es nada más que la incorporación de la tecnología de la información y la robotización a la agricultura”.

En relación a las ayudas europeas, Nathalie Chavrier señala que en el marco 2007-2013 “Andalucía captó 13,4 millones de euros de programas de I+D+i en temáticas para productos relacionados con el sector agroalimentario y biotecnológico. Es una cantidad relevante. En el nuevo marco de la política agrícola común va a ver una partida presupuestaria de 4.000 millones de euros reservadas para proyectos de innovación destinado a agricultores y agroindustria”.  No cabe duda que con estas ayudas que están a disposición se tiene una oportunidad para mejorar y “no me cabe duda que esas ayudas son relevantes para acercarse a la cultura de la I+D. Y para poder hacer que el sector sea más competitivo”. El único punto que habría que matizar en todo esto, señala Nathalie Chavrier,  “es que de siempre el sector agrícola ha estado acostumbrado a recibir ayudas, subvenciones, es decir, cantidad financiera que no tenía que devolver, de por sí. En mi opinión, creo que el sector debe de ir aprendiendo a tener iniciativa sin tener que depender de ciertas ayudas”. Y añade: “Debería de aprender a tener menos dependencia y si tiene o quiere captar ayudas espero que esas ayudas no sean todas a fondo perdido… para que sean más autosuficientes  y puedan crecer mejor de manera más independiente”, concluye la responsable técnico del sector agroalimentario de CTA.

 

José Santos