Supongo que esta palabra, productividad, va a ser pronunciada frecuentemente por los empresarios. En efecto, para mí en la productividad debe inspirarse -si se me permite la expresión- el ‘alma de la empresa’. Me explico.

No se trata sólo -aunque también- de producir más y más productos con menos coste, se trata -en mi opinión- de que en el conjunto -y en cada parte- de la actividad que se desarrolla en la empresa esté presente la productividad, es decir, optimizar lo que sea necesario hacer y hacer sólo lo necesario. Lo que digo no es “tacañería”, es optimizar y no hacer costos inútiles. Esto significa que hay que utilizar la tecnología en donde sea necesaria. Gracias a ella se podrán conseguir mayores ritmos de actividad productiva usando menor energía y alcanzando mayor eficiencia. Es ésta, la eficiencia, la que va hermanada a la productividad.

Una propiedad de la productividad es su carácter dinámico, porque la tecnología lo tiene y su aplicación innovadora también. Por ello, un gestor inteligente, deberá preocuparse de estar informado de las novedades tecnológicas y estimular dentro del personal de la empresa las ideas innovadoras que puedan florecer de la práctica laboral. La aplicación de la productividad requiere tener un nuevo concepto, concepto creador, innovador, de la empresa.