Mi deseo en este año que empieza es que los empresarios andaluces analizasen lo que es, en esencia, su empresa y actúen en justicia. Expondré mi punto de vista. Una empresa se compone de dos partes: el empresario, que pone el dinero y los trabajadores que crean el producto que se vende en el mercado. Sin empresario no hay empresa, sin trabajadores no hay producto, no hay empresa. Por lo que: tanto monta una parte como la otra. Las dos partes están interesadas en que la empresa prospere: que se gestione bien, a uno le garantiza el beneficio, a los otros el “pan nuestro de cada día”. Primeras reflexiones: los trabajadores deben estar informados del desarrollo de la empresa. Los trabajadores deben de participar, en la forma adecuada, en la gestión de la empresa. Ello estimulará iniciativas e innovaciones para aumentar la productividad y ahorros para aumentar la eficiencia. El precio de venta, incluye todos los costos que se requieren para producir el producto, incluyendo las cargas sociales y el sueldo del empresario y el beneficio. Por lo tanto quiénes pagan la Seguridad Social etc. son los compradores y no el empresario.

Por lo tanto, los trabajadores deberán tener el máximo del salario, porque eso contribuirá a que el mercado -los compradores- tenga mayor capacidad de compra y los empresarios se beneficien de ello y el conjunto del país, por supuesto de Andalucía. Por último añadiré que la empresa es un centro de relaciones humanas y los principios que rigen estas relaciones, deben prevalecer.