Hace 67 años, desde que existe el sistema de medición meteorológica, que el campo español no se enfrentaba a una sequía como la que sufre en la actualidad. La anterior, que data de 1999, fue menos severa, aunque más prolongada en el tiempo. La actual es más virulenta y, lo peor, es que se desconoce hasta cuándo durará.

Desde septiembre de 2004, el régimen de lluvias se encuentra por debajo de lo habitual. Prácticamente en toda España, las lluvias se encuentran por debajo del 75% respecto al mismo periodo del año anterior, destacando Comunidades autónomas como Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadura y Andalucía, en las que las lluvias incluso están por debajo del 50%.

Esta espiral de sequía ya se ha cobrado sus primeros efectos en el campo español: cosechas de cereales, girasol y herbáceos por debajo en hasta un 75% de las registradas en temporadas anteriores y un sector ganadero sin pastos para comer, lo que ha obligado a los propietarios a comprar alimento.

Hace prácticamente un mes, COAG, UPA, Asaja y las Cooperativas cifraban en 1.800 millones las pérdidas en el campo como consecuencia de la sequía; en tres semanas, las cifras siguen subiendo y Asaja las eleva ya a 2.683 millones, de los que 1.000 corresponden a la ganadería y 1.683 a la agricultura. Esta organización apunta que en Castilla-La Mancha, Andalucía, Extremadura y Aragón, los daños se sitúan por encima del 60%.

A estos datos hay que añadir los aproximadamente 1.000 millones que se pueden perder en el viñedo, olivar y girasol en Andalucía, según las previsiones de los servicios técnicos de Asaja-Andalucía, aunque dependerá de la «disponibilidad de agua para riego». De esta manera, se estaría hablando de pérdidas que rondarían en total los 4.000 millones de euros.