Los nuevos hábitos de consumo (comer fuera de casa, en poco tiempo, etc.) y la creciente aceptación de los nuevos productos en nuestra dieta (variedad, sabores atractivos, facilidad de preparación, precios reducidos…) han abierto un debate sobre la alimentación y la salud.

El ciudadano español posee una cultura gastronómica muy buena pero no una cultura nutricional adecuada. Los expertos insisten en el riesgo que tenemos de perder la dieta mediterránea y seguir otras cada vez menos equilibradas debido a los cambios en los estilos de vida. De hecho hoy día, según la Sociedad Española de Nutrición Básica y Aplicada, sólo el 4% de los españoles tienen unos hábitos de alimentación saludables.

Por otro lado, desde el punto de vista nutricional, se insiste en que no hay ningún alimento completo y equilibrado, que ningún alimento es malo en sí mismo; y es que el problema no está tanto en los alimentos como en la información sesgada, en algunos casos, que sobre ellos se ofrece a la población. Además, según la industria “vivimos una paranoia”, debido a un enfoque negativo de la alimentación por parte de los medios de comunicación.

El mercado de los alimentos ecológicos aglutinaba en 2002 a más de 16.500 empresas productoras y más de 1.200 elaboradoras. Sin embargo, aunque España es un país propicio para la producción ecológica y el número de operadores ha crecido significativamente en los últimos años, las empresas productoras de este tipo de alimentos aun no han sido capaces de hacer saber al consumidor final el valor añadido de los productos que ofrecen.

Según el director del Departamento de Empresas Agroalimentarias de San Telmo, Miguel Angel Llano Irusta, “No se trata de poner en una balanza lo ecológico frente a lo rentable, o la filosofía de vida frente al negocio, se trata de que los empresarios de la Cadena Agroalimentaria sean capaces de añadir valor a los alimentos funcionales y hacerlo visible al consumidor”.

Así, según un reciente estudio de la Fundación Grupo Eroski, el 72% de los consumidores españoles afirma haber tomado alguna vez alimentos ecológicos, en la mayoría de los casos con un perfil de entre 30 y 50 años y con un alto status social.

Estas son algunas de las conclusiones extraídas del SEMSA, Seminario Especializado en Empresas de la Cadena Agroalimentaria, impartido por el Instituto Internacional San Telmo y patrocinado por Caja Rural del Sur y la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, que, en los últimos años, se ha convertido en referencia anual obligada que da cita a la alta dirección de las empresas del sector agroalimentario.

La temática elegida en 2004 versó sobre la alimentación del futuro y tuvo como objetivo el análisis, diagnóstico y debate de planes de acción relacionados con cuestiones relativas a la producción ecológica, cultivos transgénicos, productos enriquecidos y funcionales, la responsabilidad social de las empresas en la nutrición, etc.

El Instituto Internacional San Telmo presentó con SEMSA’04 un punto de encuentro para que los protagonistas de todos los eslabones de la Cadena Agroalimentaria conocieran la situación actual de “Los alimentos del futuro” y encontraran respuestas que les permitan diferenciarse y competir en este mercado que ofrece importantes desafíos y oportunidades.

Los alimentos del futuro
Las innovaciones científicas y tecnológicas en los últimos años han abierto muchas nuevas líneas de investigación y desarrollo en el sector agroalimentario. Su aplicación a la alimentación en un entorno en el que se están produciendo otros grandes cambios (globalización, importancia de la seguridad alimentaria, preocupación por el medio ambiente, etc.) ha dado lugar a una amplia e intensa controversia.

La industria agroalimentaria es parte importante de la ecuación y debe ser, también, parte de la solución. A diferencia de problemáticas semejantes a las del tabaco, se puede reaccionar en el sector agroalimentario ofreciendo productos más saludables y haciendo atractiva la alimentación. Encontramos un ejemplo claro en el sector vitivinícola, que ha sido capaz de “educar” al consumidor para “conocer y disfrutar” del vino.

Con respecto al sector de alimentos funcionales, está creciendo de manera significativa en todos los países, sustentado por la preocupación del consumidor con su salud y el envejecimiento de la población.

En este sentido, el Profesor de Política de Empresa y Director General del Instituto Internacional San Telmo Antonio García de Castro, propone a los empresarios “huir del mimetismo”. “Cada empresa debe buscar su estrategia de diferenciación”. Para el Profesor, las estrategias de I+D de las empresas de la Cadena Agroalimentaria, deben estar íntimamente relacionadas con las necesidades del consumidor, que quiere productos saludables, naturales, individuales, fáciles de consumir, con precio adecuado, seguro, placentero y con variedad, revertiendo estas elecciones en una paralela generación de valor añadido y margen al sector agroalimentario. A este respecto, el profesor del IESE José Luis Nueno añadía que la demanda de productos beneficiosos para la salud ha crecido en 2003 cerca del 8% más que la media de sus categorías.

En relación a la polémica existente en la actualidad respecto a los productos transgénicos, es decir, aquellos manipulados genéticamente, Daniel Ramón, Catedrático de Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Valencia y conocido experto a nivel mundial en relación a los alimentos transgénicos, afirma que “en España existen 32.000 hectáreas de cultivos transgénicos, un 30% más que en 2003, y científicamente, no existen evidencias de que los 80 cultivos transgénicos autorizados en el mundo sean más nocivos que los naturales”.

Para el catedrático de la Universidad de Valencia, las aplicaciones de la modificación genética de los alimentos, pueden solucionar o mejorar problemas en la producción (como el cultivo de papaya en suelos ácidos de México), la industria de la alimentación y bebidas (como patatas que no se oscurecen por la oxidación) y al consumidor (como vacunas orales ingeridas a través de los alimentos para prevenir el cólera o la hepatitis B).

Sin embargo, aparte de los riesgos medioambientales del cultivo transgénico masivo (se estima que en 2010 la mitad de la producción de China será transgénica) afirma el Profesor Ramón “los transgénicos no acabarán con el hambre en el mundo si no van sustentados por necesarias medidas políticas y por una adecuada formación e información del consumidor. El problema parte desde la base de que durante muchos años los científicos no hemos hablado ni con el consumidor, ni con los medios de comunicación, ni con nadie”. A este respecto, Juan Moreno Rodríguez, Presidente de la Unión de Consumidores de Andalucía reafirmaba la necesidad de mantener bien informado al consumidor para que sea él quien decida sobre la bondad o no de los transgénicos.

Finalmente, se puso de manifiesto que para que los protagonistas de la Cadena Agroalimentaria sigan siendo competitivos, deberán conocer las tendencias del sector, superar en muchos casos las barreras de entrada que ofrece y tener en cuenta los cambios que implica este nuevo mercado de alimentos del futuro en la concepción, estructura y gestión de sus empresas.