Gas Natural Fenosa ha publicado recientemente los resultados de la séptima edición del Índice de Eficiencia Energética, según el cual los hogares andaluces tienen un potencial de ahorro de 261 millones de euros en su factura energética. La energía susceptible de ser ahorrada, 238.000 toneladas equivalentes de petróleo, es similar a la que consumen más de 7,5 millones de televisores encendidos durante un año. Un mejor uso de la energía podría, además, ahorrar la emisión a la atmósfera de 636.228 toneladas de dióxido de carbono (CO2), una cantidad equivalente a la que evitarían 50,8 millones de árboles en una zona tropical o a la que emitiría un avión en 135 vueltas al mundo.

El barómetro de Gas Natural Fenosa, que se elabora desde 2004, se ha convertido en una referencia en la medición de los hábitos de consumo de energía en España. Este estudio analiza las costumbres que implican un esfuerzo pequeño, pero que suponen un importante ahorro para las familias. Los resultados se obtienen a partir de las 3.800 encuestas, realizadas entre noviembre y diciembre, que preguntan sobre cuatro aspectos diferentes: cultura energética, mantenimiento, control energético y equipamiento.

Andalucía, en el grupo de cabeza. El Índice de Eficiencia marcó en 2011 en Andalucía una puntuación de 6,69, cifra que presenta un avance respecto de 2010 (6,62). En relación con el primer estudio de 2004 (6,03), el Índice ha experimentado una mejoría en esta Comunidad autónoma del 10,9%.

Los hogares andaluces son significativamente más eficientes que el conjunto de los hogares españoles. De hecho, su índice global, 6,69, es el cuarto mejor de todas las comunidades autónomas. Además, en Andalucía, los índices energéticos de mantenimiento y cultura energética son significativamente superiores a los de la media de España.

En esta edición, el estudio ha analizado el impacto de las medidas que adopta la Administración para mejorar la eficiencia energética de los ciudadanos. La conclusión obtenida es que las medidas normativas son “más rápidas y eficaces” que las ayudas económicas directas. En el caso de las campañas de concienciación, aunque su influencia es apreciable en algunas pautas de uso, es más difícil dirimir su impacto, ya que el efecto es menos marcado.