El FMI ha señalado que dos aspectos se destacan entre los cambios experimentados por la banca internacional desde la crisis financiera mundial. En el capítulo 2 de su Informe sobre la estabilidad financiera mundial, destaca que, en primer lugar, han disminuido los préstamos transfronterizos directos como proporción de los activos bancarios totales, principalmente debido al repliegue de los bancos europeos. En segundo lugar, la proporción de préstamos locales concedidos por filiales de bancos extranjeros ha permanecido estable.
Los bancos internacionales, en particular, han reenfocado sus actividades en ciertos mercados de importancia clave, dejando margen para la expansión de otros bancos. Como resultado, los vínculos financieros intrarregionales se han profundizado, sobre todo en Asia.
Si bien lo que desencadenó la reducción de los préstamos transfronterizos fue la crisis, los cambios en las regulaciones y la debilidad de los balances bancarios han contribuido significativamente al posterior repliegue. Los bancos mejor capitalizados mostraron una mayor tendencia a mantener los préstamos transfronterizos. Además, se observa la incidencia de factores macroeconómicos.
Por otro lado, en el capítulo 3 el FMI señala que la intermediación financiera a través de empresas de gestión de activos ofrece muchas ventajas: ayuda a los inversionistas a diversificar sus activos más fácilmente y puede proporcionar financiamiento a la economía real a modo de “rueda de repuesto”, incluso cuando los bancos atraviesan dificultades. El sector también ofrece varias ventajas con respecto a los bancos desde el punto de vista de la estabilidad financiera.
Sin embargo, apunta, últimamente han aumentado las preocupaciones acerca de potenciales riesgos para la estabilidad financiera que el sector de la gestión de activos plantea debido a su crecimiento y a cambios estructurales en los sistemas financieros. Los fondos de inversión que invierten en instrumentos de deuda han crecido considerablemente, y han estado invirtiendo en activos menos líquidos, y en las economías avanzadas se ha expandido sustancialmente el volumen de productos de inversión a disposición del público general.
El análisis indica que los fondos más grandes y los administrados por empresas de gestión de activos de mayor envergadura no contribuyen necesariamente a un mayor riesgo sistémico; más bien, el enfoque de la inversión parece ser un factor relativamente más importante en la manera en que los fondos contribuyen al riesgo sistémico.
Para el FMI se debe reforzar la vigilancia del sector, con una mejor supervisión de los riesgos microprudenciales y adoptando una orientación macroprudencial. Los reguladores de los títulos-valores deberían adoptar un modelo de supervisión más activo, sustentado en estándares mundiales de supervisión y mejores datos e indicadores de riesgo. Se deben reexaminar las funciones y la idoneidad de las actuales herramientas de gestión de riesgo —tales como requisitos de liquidez, comisiones y reglas para determinar el valor de las cuotas de participación en fondos— teniendo en cuenta la función del sector en el riesgo sistémico y la diversidad de sus productos.