Consuela comprobar cómo nuestra preocupación por el idioma, al que tantas 'coces' se propinan a diario, es compartida por escritores y periodistas conscientes del valor de la palabra como medio de expresión del pensamiento humano. Un lúcido artículo de Manuel Mantero (1) señala, entre otras, un tipo de corrupción muy extendida: la del lenguaje. "Esta corrupción sucede por ignorancia, o por ir a favor de la ola en inglés, o en nombre de una reivindicación". A ello, me permitiría  añadir el desprecio sistemático por todo aquello que pueda "oler a norma" o intento de "encorsetar" el lenguaje, que – arguyen los recalcitrantes – debe discurrir con libertad y adaptarse a los tiempos. ¿De qué libertad?, nos preguntamos muchos. Lo preocupante es que la moneda falsa – como he comentado en alguna ocasión – circula al amparo  de la verdadera y, en consecuencia, personas de relevancia profesional e intelectual, así como  medios de comunicación solventes incurren – de ahí su trascendencia – en continuos dislates que hacen del error norma, de tal manera que no es nada infrecuente leer o escuchar "creo de que", "temo de que", "desmantelación de unos asentamientos de inmigrantes" "Discurso de ingreso a la Academia"…

Resulta evidente, por ejemplo, que el uso correcto de las preposiciones no es el punto fuerte de algunos, sobre todo cuando se trata de distinguir, por ejemplo, entre el complemento directo, según se trate de persona o cosa, y el indirecto: la industria del automóvil habla de "salvar a muchos puestos de trabajo"; "Se ha introducido el conocimiento del hecho religioso respetando además a todas las creencias y la heterogeneidad que ha ido ganando terreno en los colegios como en el resto del país". A esto se le llama redactar, por decir algo.

Más ejemplos: "El debate, centrado por la crisis económica y el desempleo, cosechó una ('cosechar' exige un complemento en plural) cuota de pantalla del 30,5%"; "Se han presupuestado cinco mil millones de euros para apoyar a la industrialización del sector": "El Colegio de Médicos exige a la Junta que aporte 'datos a la mayor brevedad posible"; "Los asaltantes entraron al establecimiento"; "Avalancha de subsaharianos para entrar a Melilla"; "Los agentes de tráfico podrán inmovilizar a todas las motos y ciclomotores cuyos ocupantes no lleven casco"; "El causante del accidente,   que contaba con 17 años, resultó ileso"…

Los adverbios de modo, en particular 'rápidamente' y 'fácilmente' han sido reemplazados por la forma adjetival, admitida por la Academia, algo proclive, dicho sea de paso, a suavizar las exigencias: "Condenado a un año de cárcel por agredir al médico que no atendió rápido a su hija" (¿Por qué no 'inmediatamente', 'en seguida'?); "Algunos expertos señalan que los estudiantes bilingües adquieren más rápido (¿Tan mal suena 'rápidamente'?) la independencia"… "No importa que la palabra valga legalmente" – añade Mantero – citando como ejemplos 'ejemplarizante' y 'culpabilizar': el jurado del Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, concedido a Rafael Nadal, lo elogiaba por ser un "deportista ejemplarizante"; "No se debe culpabilizar a la sociedad". ¿Por qué no 'ejemplar' o 'culpar', con la mitad de sílabas?

Otra novedad gratuita es la reiteración ad nauseam de "colapso" y "colapsar": "Vecinos de Montequinto protestan por el colapso total del metro"; "Se observa un colapso de las instituciones"; "Medio millón de casos pendientes incrementa el colapso judicial"; "Todo ello es motivo suficiente para pactar una salida al colapso de la justicia"…"En la feria, todos los servicios públicos quedaron colapsados"; "El martes de feria colapsó el Real y el Metro".

Esta suerte de 'reduccionismo' lingüístico tal vez evite quebraderos de cabeza al redactor, pero repercute indirectamente en el uso de sinónimos y frases afines, auxiliares indispensables para conseguir una prosa fluida, libre de tópicos y lugares comunes, algo esencial en la creación literaria -, el buen periodismo tiene mucho de literatura – en especial a la hora de  matizar ideas y diferenciar conceptos aparentemente idénticos.

(1) "Demonios en España" (ABC, 19-04-2009)